EL LEGADO DEL TAO
Historia y Conceptos
del “Tao te king” (el camino)
de Lao Tse

Un conocimiento
milenario que nos centra hoy día en la esencia vital del hombre y muestra un
sabio camino, suave y tranquilo para hallar el propio ser su Dharma y verdad.
Fragmento del
libro: “Tao de la Salud, el sexo y la larga vida” de Daniel Reid. Edit. Urano
PREFACIO
El Tao es la fuerza primigenia que produce todos los fenómenos del
universo, de lo infinito a lo infinitesimal. El Tao, invisible pero omnipresente,
impregna al mundo con el hálito de la vida, y aquellos que aprenden a ponerse
en armonía con él pueden utilizar esta fuerza para mejorar y prolongar su
propia vida.
Aunque los principios del Tao fueron formulados por primera vez en
símbolos y palabras por los sabios de la antigua China, hace cosa de 5.000
años, el Tao es anterior a cualquier civilización humana y trasciende todos
los límites de tiempo y espacio, de raza y cultura, ya que el Tao es el
universal y perdurable Camino de la Naturaleza. Pero gracias a la sabiduría y
la penetración de aquellos sabios que hicieron nacer la más antigua
civilización que existe en nuestro mundo, la cultura tradicional china
evolucionó siguiendo las líneas fundamentales del Tao, y aún hoy siguen
conservándose sus principios en el corazón de todas las artes clásicas chinas,
de la filosofía a la poesía, de la caligrafía a la cocina, de la medicina a la
meditación.
El Tao es algo más que una simple filosofía de la vida. Es toda una
forma de vivir, y la única manera de obtener los beneficios prácticos que
ofrece el Tao es cultivarlo y practicarlo. Tal era el objetivo de los antiguos
sabios chinos, que por fortuna nos legaron un abundante material escrito donde
dejaron registrados sus avances por este Camino. Hoy en día, los más
esclarecidos practicantes dé la moderna ciencia occidental también se acercan
al Tao, pero desde la dirección opuesta, y están llegando exactamente a las
mismas conclusiones. Esto resulta especialmente evidente en los campos de la
física y la medicina, donde la mudable relación entre materia y energía, entre
cuerpo y mente, se aprecia cada día con mayor claridad. Sin embargo, aunque las
conclusiones son esencialmente idénticas, la simbología poética y las alusiones
terrenales con que los sabios chinos expusieron el Tao y su poder son mucho más
fáciles de asimilar por las personas corrientes que la complicada jerga técnica
en que se expresan los modernos científicos occidentales, y, por tanto, resulta
más sencillo contemplar el Tao desde el punto de vista chino.
Este libro se concentra en tres aspectos prácticos del Tao que siempre
han sido de vital interés para hombres y mujeres de todo el mundo: la salud, la
sexualidad y la longevidad. Estas tres cuestiones guardan una estrecha relación
entre sí, y en conjunto constituyen el fundamento de la felicidad humana en
esta vida. El propósito de este volumen es presentar al lector una lúcida
introducción a los principios básicos del Tao y ofrecerle un programa práctico
a través del cual todo el mundo puede aplicar dichos principios y beneficiarse
del poder del Tao para mejorar la calidad de su vida y prolongar su duración.
Las investigaciones necesarias para este libro se realizaron básicamente
sobre fuentes chinas originales, aunque también fueron consultadas ciertas
traducciones al inglés de algunos textos chinos. Cuando no se indica lo
contrario, las traducciones del chino se basan en mi propia interpretación de
los textos. Mi versión de las citas del Tao te king, empero, sigue muy de cerca
la del gran sinólogo inglés Arthur Waley, en su excelente traducción El Camino
y su poder. Asimismo, deseo manifestar mi reconocimiento por las profundas
inspiraciones que obtuve de la prolífica obra del difunto sinólogo John Blofeld
y de los escritos de R. H. van Gulik, uno de los grandes precursores en estos
estudios.
La documentación científica occidental que me sirve de apoyo ha sido
extraída de diversos libros de consulta, revistas médicas, estudios sobre la
salud, revistas e informes de prensa recientes, casi todos los cuales se citan
en el texto o se enumeran en la lista de lecturas recomendadas que se incluye
en el apéndice. De todos modos, para que los lectores no tomen esta obra como
una mera recopilación de materiales ya existentes en Oriente y Occidente,
quiero dejar constancia de que yo mismo he practicado durante muchos años todos
los regímenes aquí presentados y que este libro se basa tanto en una
experiencia práctica personal como en una labor de investigación académica.
¡Ojalá este libro proporcione a todos los lectores abundante material
para la reflexión y suficiente combustible para impulsar su práctica por el
Camino de una vida larga y saludable!
DANIEL P. REID
Montaña del Fénix
Peitou, Taiwán Octubre de 1988
INTRODUCCIÓN
El Tao
Historia del
taoísmo en China
Hay una cosa sin forma pero completa que existía antes que el cielo
y la tierra; Sin sonido, sin sustancia, de nada depende, es inmutable, todo lo
impregna, es infalible. Se la puede considerar la madre de todo cuanto existe bajo
el cielo. No conozco su verdadero nombre; la denomino «Tao».
Estas misteriosas palabras proceden del subyugante poema de 5.000
palabras a propósito del Tao denominado Tao te king, escrito hace casi 2.500
años y atribuido a Lao Tse, el «Viejo Sabio». Las penetrantes intuiciones
contenidas en los límpidos versículos de este libro fascinante constituyen una
fuente viva de sabiduría que ha proporcionado solaz, consejo y esclarecimiento
a millones de personas de todo el mundo. Ningún otro libro ha sido traducido
tantas veces y con tanta frecuencia como el Tao te king de Lao Tse, y ningún
otro libro, salvo la Biblia, cuenta con tantas traducciones al inglés. Con
fecha de 1955, existían en el mundo 100 versiones distintas impresas, 90 de
ellas en lenguas occidentales, 36 sólo en inglés.
Los datos sobre el autor del Tao te king y la fecha en que escribió
su obra son muy apropiadamente, oscuros. No obstante, se ha determinado con
plena certidumbre histórica, basada en consistencias de lenguaje y estructura
métrica, que este libro fue compuesto entre los siglos in y v a. de C. y que
fue obra de un solo autor. También parece comprobada la existencia de un
individuo llamado Lao Tse, pues se conservan documentos que lo sitúan (a veces
con los nombres de Li Tan, Lao Tan o Li Er) al frente de los Archivos
Imperiales durante el período mencionado. Disgustado por la codicia y el caos
político que marcaron su época, se retiró de la vida pública a una edad ya muy
avanzada y se dirigió a lomos de búfalo hacia las montañas del oeste. Cuando
llegó al último paso que señalaba la frontera del imperio, el guardián del paso
reconoció al célebre sabio y le suplicó que pusiera sus enseñanzas por escrito
para transmitirlas a la posteridad. Con desgana, sin haberlo previsto de antemano,
y con un astuto sentido de la ironía, Lao Tse hizo un alto en su peregrinaje
hacia el olvido y redactó el Tao te king en 5.000 caracteres, con la siguiente
advertencia en los dos primeros versos:
El camino que puede expresarse con palabras no es el verdadero
Camino.
El nombre que puede ser nombrado no es el verdadero Nombre.
Luego, sin pronunciar otra palabra, cabalgó hacia las montañas y no
se volvió a saber más de él.
Tao significa «camino», te significa «poden» y king (a veces escrito
ching o jing) significa «libro», en el sentido de un clásico histórico. Así
pues, el título completo puede traducirse como El libro clásico del Camino y su
poder. Probablemente este título fue añadido por comentaristas posteriores,
pues a Lao Tse los nombres y los títulos le importaban tan poco como la farra y
la fortuna.
Lao Tse no inventó el taoísmo. Al igual que Confucio, que obtuvo
acceso a los valiosos Archivos Imperiales gracias a sus encuentros con Lao Tse,
éste se limitó a recapitular los principios de una forma de vivir que había
prevalecido en China 2.500 años antes de su propia época, durante el reinado
del «Emperador Amarillo» (Huang Di), uno de los padres fundadores de la China.
Tanto Lao Tse como Confucio reverenciaban al Emperador Amarillo como progenitor
de la civilización china y lo reconocían como el más destacado practicante del
Camino.
El Emperador Amarillo reinó sobre una dispersa confederación de
tribus chinas hacia el año 2700 a. de C. Se le atribuye el descubrimiento del
secreto de la inmortalidad mediante la sutil combinación de las esencias
masculina y femenina durante el acto sexual, y la transmutación del «elixir»
resultante en pura energía y espíritu. De él se dice que mantenía un harén de
1.200 mujeres con las que copulaba a menudo según los, principios del «Tao del
Yin y del Yang», y que a los 111 años de edad obtuvo la inmortalidad y ascendió
al cielo montado en un dragón.
El Emperador Amarillo aprendió el Tao del Yin y del Yang de sus tres
principales consejeros en materias sexuales: la Muchacha Sencilla (Su Nü), la
Muchacha Misteriosa (Hsuan Nü) y la Muchacha Arcoiris (Tsai Nü). Como se ve,
los tres consejeros eran mujeres. Sus conversaciones quedaron registradas en
el Clásico de la Muchacha Sencilla (Su Nü Ching), un texto que se remonta al
siglo IV o III a. de C., pero que recoge un saber que ya era conocido en China
desde hacía más de 2.000 años y constituye una verdadera mina de información
sobre las antiguas técnicas taoístas que utilizan hábilmente la energía sexual
para favorecer la salud y prolongar la vida. Esta obra, notablemente franca y
detallada, será examinada con más detalle en el capítulo 6.
Además del yoga sexual, el Emperador Amarillo era un ávido estudiante
de la medicina herbal, campo completamente dominado por los taoístas en la
antigua China. Sus conversaciones con su principal consejero médico, Chi Po,
están registradas en el Clásico del Emperador Amarillo sobre medicina interna
(Huang Di Nei Ching), que también procede del siglo III a. de C. Este libro, que
aún hoy sigue siendo un texto indispensable para los estudiantes de medicina
tradicional china, resumía todo el conocimiento médico transmitido en China
hasta la época del Emperador Amarillo y definía claramente los principios
fundamentales taoístas sobre los que se basan todas las artes medicinales
chinas. Al igual que la Muchacha Sencilla, Chi Po le recordaba constantemente
al Emperador Amarillo la estrecha relación que existe entre salud, sexualidad
y longevidad, un punto destacado y único que distingue la teoría médica china
de todas las demás.
Huang Di y Lao Tse fueron los únicos sabios de la antigüedad que
dejaron constancia del pensamiento taoísta antes de la era de efervescencia
intelectual que siguió a la desaparición de Lao Tse. Por consiguiente, los
historiadores chinos a menudo se refieren al taoísmo como Huang Lao Tao, el
«Camino del Emperador Amarillo y del Viejo Sabio». Pero basta la simple palabra
«Tao» para conjurar en las mentes chinas todo un edificio de filosofía natural
que ha servido de guía a la civilización china durante 5.000 años.
Los estudiosos occidentales suelen describir el taoísmo como una de
las grandes religiones del mundo, pero esto no es del todo exacto. Es cierto
que, unos 500 años después de Lao Tse, la filosofía taoísta dio lugar a una
iglesia organizada provista incluso de su propio «Papa taoísta», pero esta
iglesia tiene muy poco que ver con el Tao original. Parafraseando a Lao Tse,
«el camino que puede ser organizado no es el Camino verdadero». En realidad, la
misma idea de una iglesia jerarquizada, con clérigos de sotana y dogmas
religiosos, es completamente contraria al Tao.
El Tao es una manera de vivir, no un dios ni una religión. Literalmente
traducido, quiere decir «Camino» o senda; un sendero en el viaje de la vida que
se adapta a la topografía y a los horarios de la propia naturaleza. Cualquier
camino que no sea el Tao es, por definición, artificio. El camino occidental,
que trata de dominar las fuerzas de la naturaleza antes que adaptarse a ellas,
conduce inevitablemente a una división esquizofrénica entre hombre y
naturaleza. El Tao ve al ser humano como una minúscula y vulnerable criatura
dentro del grandioso plan de las cosas, y sugiere que nuestra mejor esperanza
de supervivencia reside en vivir en armonía con las grandes fuerzas naturales
que nos han formado a nosotros y a nuestro medio ambiente. Ir en contra del Tao
es como tratar de nadar contra corriente en un poderoso río; tarde o temprano,
las energías se agotan, el nadador se detiene y es arrastrado por las
corrientes cósmicas del Tao.
Los taoístas ven todo el universo como imbuido de Tao te (el poder
del Tao). Este poder cósmico primordial ha recibido los nombres de «Tai Hsu»
(Gran Vacío), «Tai Chi» (Fuente última y Suprema) y «Tai Yi» (Motor Supremo), y
constituye la «sustancia» misma del cosmos, la materia inmaterial de la que ha
surgido el universo entero.
El Tao engendra el Uno,
el Uno engendra dos cosas,
luego tres, luego las diez mil cosas...
El Uno es la Fuente última y Suprema. Cuando el «Big Bang» dividió
el Tai Chi para crear el universo, surgieron Yin y Yang como polos negativo y
positivo de un vasto campo electromagnético, con lo que se puso en marcha ese
incesante acrecer y replegarse de fuerzas y fenómenos que denominamos «universo».
Las religiones occidentales proponen el concepto de un ser supremo
que gobierna el universo desde su trono en el cielo, y lo denominan «Dios» con
«D» mayúscula para subrayar su omnipotencia. El punto focal de las religiones
occidentales es «la otra vida», y buena parte de sus fieles manifiestan una
morbosa preocupación por el destino de sus almas después de la muerte. En este
sentido, las religiones occidentales son más idealistas que prácticas, más
interesadas por la otra vida que por la actual.
Los taoístas, por su parte, no hablan de un ser supremo, sino de un
supremo estado del ser; un estado sublime que se halla profundamente encerrado
en el interior de todo ser humano y que sólo puede alcanzarse mediante el más
intenso esfuerzo personal y la mayor autodisciplina. Este estado del ser, que
por lo común se traduce a los lenguajes occidentales como «iluminación», recibe
en Oriente la misma reverencia que los conceptos de «Dios» en Occidente, y
forma parte del potencial interior de todas las personas.
Uno de los rasgos más característicos del taoísmo filosófico es lo
que el gran sinólogo y traductor Arthur Waley denominó su «aceptación lírica
de la muerte». Los taoístas consideran muerte y nacimiento como transiciones de
un reino de la existencia a otro, y no como un comienzo o un final absolutos.
Tal y como el mayor discípulo de Lao Tse, Chuang Tse, decía a sus discípulos: «
¿Cómo sé yo que al apegarme a esta vida no estoy sólo apegándome a un sueño y
retrasando mi entrada en el mundo real?». Aunque los sabios taoístas tienden a
disfrutar de una vida larga y llena de salud precisamente porque se adaptan a
lo natural, también afrontan la muerte sin temor ni lamentaciones, porque la
muerte es asimismo natural.
El taoísmo se interesa principalmente por la vida en este mundo;
traza una inequívoca equivalencia entre salud física y mental, e insiste en que
sólo un cuerpo fuerte y sano puede albergar un espíritu fuerte y sano, razón
por la cual el Tao se concentra tan intensamente en la salud y la longevidad.
Según el Tao, en nuestra vida cosechamos aquello que
hemos sembrado. Por consiguiente, el Tao nos proporciona las semillas de
sabiduría que necesitamos para cultivar la salud y la longevidad en el fértil
jardín de la vida, y quienes labren el campo del Tao con la práctica y
autodisciplina diarias no dejarán de cosechar tan deseables frutos. El Tao
nos da el mapa de un camino entre el cielo y la tierra, pero cada uno de
nosotros debe recorrerlo con sus propias fuerzas. A diferencia de las religiones
occidentales, que ofrecen la salvación a cambio únicamente de fe, las puertas
del Tao sólo se abren para quienes se esfuerzan en cultivar el Camino. El Tao
no puede suplicarse con oraciones, pero puede utilizarse en la práctica, y
quienes aprenden a dominar su poder acaban descubriendo que «es inagotable». No
se puede exagerar la preeminencia que el taoísmo concede a la práctica sobre la
fe, a la experiencia sobre la erudición. Las medidas parciales, las medias
tintas, nunca son suficientes: hay que «recorrer todo el Camino».
La filosofía dualista de Occidente divide los reinos espiritual y
físico en dos esferas hostiles y mutuamente excluyentes, y concede una validez
superior a la primera. El taoísmo considera lo físico y lo espiritual como
aspectos indivisibles, aunque claramente distintos, de una misma realidad, en
la que el cuerpo puede compararse a la raíz que permite el florecimiento de la
mente. Una planta puede vivir sin sus flores, pero no sin sus raíces. Lo mismo
ocurre con las personas. Alguien que haya «perdido el juicio» puede seguir
viviendo mucho tiempo, pero morirá si pierde el corazón, los pulmones o el
hígado, por más inteligente o espiritualmente avanzado que sea.
El planteamiento taoísta de la vida se resume esencialmente en la expresión
ching jing wu-wei, cuya traducción literal es «sentarse quieto sin hacer nada».
«Sin hacer nada» no significa estar todo el día sentado como un fardo, sino más
bien hacer sólo aquellas cosas que realmente deben ser hechas, y hacerlas de
una manera que no se oponga al orden natural del Tao ni al organizado flujo de
las fuerzas cósmicas. Significa dedicarse únicamente a una actividad espontánea
y no premeditada, hacer las cosas puramente por ellas mismas y no por motivos
subsecuentes, vivir en armonía con la naturaleza en vez de tratar de dominarla.
Más importante quizá, wu-wei implica saber cuándo es el momento de detenerse
antes de llevar las cosas a extremos exagerados, y saber cuándo hay que
abstenerse por completo de una acción inadecuada. Como lo expresó Lao Tse:
Cuando tu obra esté realizada, ¡retírate! Tal es el Camino del
Cielo.
En cuanto a «sentarse quieto», se trata en realidad del término
chino para «meditación». La palabra «meditación» confunde o asusta a numerosos
occidentales, puesto que implica «meditar» en alguna idea profunda, pero
perpetuamente abstrusa, que nunca logra definirse a satisfacción de nadie. En
las tradiciones budista y taoísta, empero, la «no actividad» de la meditación
conlleva un serio esfuerzo para vaciar por completo la mente, en vez de
llenarla con profundidades intelectuales. Esta clase de meditación resulta al
mismo tiempo relajante y sumamente vigorizadora, ya que limpia la mente de la
incesante cháchara interna que agobia y entorpece el espíritu durante la actividad
normal. Las subsiguientes calma y claridad mental posibilitan toda suerte de
percepciones intuitivas espontáneas sobre el Tao.
El taoísmo se mantiene como una de las más ricas tradiciones filosóficas
del mundo, y sin duda la más antigua. Filosofía colorista y ecléctica, llena a
rebosar de sabiduría y humor, su historia está cuajada de un delicioso surtido
de personajes excéntricos. Con su única combinación de regímenes físicos y
mentales, y su equilibrio entre teoría y práctica, el taoísmo ha llegado a
englobar elementos tan dispares como la alquimia, la respiración profunda,
ejercicios gimnásticos, disciplina sexual, medicina herbal, dieta,
helioterapia y muchos otros. Estas variadas disciplinas son analizadas con
gran detenimiento en los diversos textos taoístas transmitidos de maestro a
discípulo a lo largo de los siglos, y todas se recogen en este libro. De
hecho, la «Biblia» taoísta, una imponente obra titulada Tao Tsang (El tesoro
del Tao), con sus 1.120 volúmenes compilados a lo largo de unos 1.500 años, se
cuenta entre los cánones más extensos del mundo y constituye una verdadera
«cueva del tesoro» de información esotérica.
Aun así, después de verlo y decirlo todo sobre el Tao, su esencia
fundamental se resume en los inspirados versículos del Tao te king, que, a
pesar de las protestas en contrario del propio Lao Tse, recoge mucho Tao en
apenas 5.000 palabras y cubre mucho territorio en muy pocas páginas. Esto es
así porque cada línea puede interpretarse simultáneamente en distintos niveles,
y cada frase refleja las múltiples facetas del Tao del mismo modo en que una
gema refleja la luz. El Tao te king trasciende las limitaciones relativas de
historia y cultura, de tiempo y lugar. Por lo tanto, antes de explorar el
jardín increíblemente fértil que brotó de la poderosa semilla de las palabras
de Lao Tse, dedicaremos un poco de tiempo y de espacio a un breve examen de
este librito tan notable.
«El Camino y su
poder»
He aquí cómo Lao Tse ilustra la utilidad funcional del vacío sobre
la forma, y cómo todas las «cosas» dependen de «nadas»:
Armamos treinta radios y a esto llamamos rueda, pero es del espacio,
en donde no hay nada, que depende la utilidad de la rueda.
Moldeamos la arcilla para hacer una vasija, pero es del espacio, en
donde no hay nada, que depende la utilidad de la vasija.
Horadamos puertas y ventanas pasa construir una casa, pero es de los
espacios, en donde no hay nada, que depende la utilidad de la casa.
Por lo tanto, así como nos beneficiamos de lo que es, también deberíamos
reconocer la utilidad de lo que no es.
La inherente superioridad del vacío sobre la forma y de la quietud
sobre la actividad, así como su indivisible dependencia mutua, constituyen un
punto destacado de muchas filosofías orientales. Sin embargo, a la mayoría de
los occidentales, tan volcados hacia la forma concreta y la actividad, se le
hace difícil apreciar este punto. Pero tal y como lo expone Lao Tse, hasta un
chiquillo podría comprenderlo, pues Lao Tse basa sus argumentos en
observaciones sencillas y directas, no en un especioso razonamiento abstracto. El principal método de investigación taoísta ha sido siempre la
observación objetiva de la naturaleza, y esta observación revela claramente que
«el cuadro completo» debe siempre incluir «lo que no es» tanto como «lo que
es», y que la utilidad de cualquier cosa surge de la unión de los opuestos.
El agua era una de las imágenes favoritas de Lao Tse, y aún sigue
siendo el símbolo quintaesencial del Tao. Al igual que el vacío, el agua pasa
en gran medida inadvertida, aunque posee mucho más te que sus elementos
opuestos:
Nada bajo el cielo es más blando y suave que el agua, pero cuando
ataca las cosas duras y resistentes ninguna de ellas puede superarla.
Que lo suave vence a lo resistente y lo blando vence a lo duro es
cosa que todo el mundo sabe, pero que nadie utiliza.
Tenemos aquí un buen ejemplo de los múltiples significados que se
acumulan en cada línea del Tao te king. En primer lugar, este pasaje constituye
una sencilla exposición de la filosofía taoísta, donde el Tao es representado
por la blandura, la suavidad y la irresistible potencia del agua. Segundo, es
una directa lección de sexualidad, que nos muestra cómo la mujer conquista al
hombre cediendo ante su pasión, utilizando su suavidad para vencer la dureza
de él. En tercer lugar, este pasaje suele ser citado con frecuencia por los
practicantes de las artes marciales chinas, que lo utilizan para resaltar las
superiores virtudes de las tradicionales formas «blandas» de origen chino, como
el Tai Chi Chuan, sobre sus derivados «duros», como el Tae Kwon Do coreano o el
Karate japonés. Y no se agotan aquí las interpretaciones.
Otra razón por la que Lao Tse admiraba el agua es que ésta beneficia
a todos los seres vivos sin atribuirse mérito alguno por ello. Ciertamente,
tras conferir sus beneficios vitales a campo y arroyo, a hombre y animal, el
agua se da plenamente por satisfecha acumulándose para descansar en los lugares
más bajos y oscuros de la tierra. Cae desde el cielo en forma de lluvia y, una
vez realizado su trabajo, fluye hacia los más profundos escondrijos de la
tierra:
El mayor bien es como el agua.
La bondad del agua está en que' favorece a los diez mil seres pero
no exige atención, sino que se contenta con lugares que los hombres desprecian.
Por eso el agua está tan cerca del Tao.
Este pasaje, por asociación, implica también la superioridad de
todas las cosas simbolizadas por el agua, tales como la hembra de la especie,
que da vida a todas las criaturas mediante el parto y la maternidad sin
«exigir atención» por ello.
Estrechamente relacionado con la imagen del agua está el concepto de
«blandura», con todas sus implicaciones: El hombre al nacer es blando y débil,
pero al morir se vuelve rígido y duro. Los diez mil seres, todas las plantas y
los árboles son blandos y flexibles mientras viven, pero secos y quebradizos
cuando mueren.
En verdad, la rigidez y la dureza son rasgos de la muerte, la
blandura y la flexibilidad son rasgos de la vida.
Por eso el arma que es demasiado dura se rompe y el árbol de madera
más dura es el primero en ser talado. En verdad, lo duro y lo fuerte son
derribados mientras que lo blando y lo débil ascienden a lo alto.
Éste es otro de los pasajes favoritos de los practicantes de artes
marciales «blandas» de estilo chino. En él se ensalzan las virtudes de la no
resistencia, de doblarse ante el vendaval, y sus dos últimas líneas parecen
repetir la familiar promesa cristiana de que «los mansos heredarán la Tierra».
Lao Tse vivió durante un largo y caótico capítulo de la historia
china conocido como el Período de los Estados Combatientes. Mientras docenas de
príncipes mezquinos conspiraban y competían por la supremacía, los reinos se
alzaban y caían como las olas del mar, con alianzas repentinas que se disolvían
en el mismo día y violentos combates que asolaban el país. La última parte de
esta época de fermento intelectual se conoce como «Era de las Cien Escuelas»
porque produjo grandes filósofos como el propio Confucio, que vagó de estado
en estado tratando en vano de persuadir a los belicosos príncipes para que
adoptaran su filosofía pacifista en el gobierno del reino.
Contemporáneo de Confucio, es lógico que Lao Tse tuviera también
algo que decir acerca de la política, aunque solía envolver sus ideas en sus
acostumbradas y penetrantes metáforas. En todo el Tao te king ridiculiza los
más elevados ideales humanos, como la benevolencia, la piedad, la lealtad y la
moralidad, repudiándolos por artificiosos, por ser meras convenciones sociales,
y burlándose de toda pretensión de gobernar al pueblo por medio de una
ideología. Como señala, la misma necesidad de gobernar mediante leyes y
amenazas de castigo indica que la sociedad ya ha llegado a una avanzada fase de
decadencia. Lao Tse decía que las personas son iguales en todas partes. Cuando
están sanas y felices, se tratan entre sí amablemente y con respeto de manera
natural. Cuando están hambrientas y oprimidas, se vuelven naturalmente crueles
y revoltosas. Puesto que la mayoría de los gobernantes mantiene a sus súbditos
más o menos en un estado permanente de hambre y opresión, les resulta necesario
imponer desde arriba las antinaturales trabas de la ley y el castigo para
conservar su propia supremacía. Y, más ridículo todavía, para justificar su
privilegiada posición se presentan ante el pueblo como personas de moralidad
superior.
El verdadero sabio gobierna a las personas «cuidando de ellas y alimentándoles,
pero sin reclamarlas para sí», y elimina los motivos de disputa en vez de
castigar las consecuencias:
Si dejamos de buscar personas de moral superior para el gobierno, no
habrá más celos entre el pueblo.
Si cesamos de valorar los productos difíciles de conseguir, no habrá
más ladrones.
Así, el dirigente ilustrado gobierna a su pueblo «vaciando sus corazones
y llenando sus vientres». La mayoría de los comentaristas y traductores ha
malinterpretado esta frase, como si únicamente quisiera decir que la mejor
Corma de gobernar consiste en mantener al pueblo bien alimentado pero
ignorante. Eso es cierto, pero no se agota aquí el sentido, ni mucho menos.
«Vaciar la mente» es una antigua expresión china que hace alusión a una técnica
tradicionalmente utilizada en la meditación taoísta para alcanzar el objetivo
de librar por completo la mente de toda clase de pensamientos discursivos, para
permitir que la comprensión intuitiva del Tao surja espontáneamente. Una mente
«abarrotada» oscurece el Tao, mientras que una «mente vacía» refleja el Tao
como un espejo. Por consiguiente, el gobernante sabio procura mantener las
mentes de sus súbditos tan vacías como le sea posible de deseos e ideas
artificiosas, pues éstos solamente sirven para confundir al pueblo, para crear
conflictos y para distraer la atención del Tao.
Gobernar a la gente «llenando sus vientres» no sólo elimina la principal
causa de conflictos, sino que también subraya la prioridad de la nutrición
sobre la ideología, de la dieta sobre el dogma. En último lugar, pero no menos
importante, «llenar sus vientres» nos remite también a ciertas técnicas
respiratorias taoístas en las que el aliento es enviado hacia el abdomen
mediante presión del diafragma, técnica que exige a sus adeptos que «vacíen la
mente» a fin de concentrarse en «llenar el vientre» con la respiración. Esta
pluralidad de significados y versatilidad lingüística son habituales en todo
el Tao te king.
Uno de los más interesantes e incisivos comentarios políticos que
aparecen en el libro se refiere a las relaciones entre reinos poderosos, lo que
hoy llamaríamos «superpotencias»:
Un gran reino debe ser como las tierras bajas hacia las que fluyen
todas las corrientes.
Debe ser un punto hacia el que convergen todas las cosas bajo el
cielo.
Debe representar el papel de la hembra en sus tratos con todas las
cosas bajo el cielo.
La hembra por la quietud vence al macho, por la quietud se sitúa
debajo.
Ésta fue, naturalmente, la piedra angular de la política exterior
china durante miles de años, antes del siglo XX. Varias veces conquistada por
los invasores tártaros, mongoles y manchúes, China cedió sin resistencia y «se
situó debajo» de ellos, seduciendo a los vigorosos agresores con los
irresistibles encantos de la cocina y el vestido, la pintura y la poesía, la
música y la danza y, no menos importante, de las mujeres chinas. En lugar de
enfrentarse al fuego con el fuego, China combatió el fuego con agua y salió
vencedora, reduciendo a sus invasores, duros como una roca, a un montón de
arena. A la larga, China sobrevivió y prosperó mientras sus diversos
«conquistadores» desaparecían para siempre del escenario de la historia. Tales
son los beneficios de desempeñar el papel de la hembra en las relaciones
internacionales. Aunque el Tao te king fue escrito varios siglos antes del
nacimiento de Cristo y en un ambiente cultural completamente distinto al de
Occidente, sus semejanzas con el espíritu del Nuevo Testamento son muy
notables, y tal vez esto explique su permanente atractivo popular en todo el
mundo occidental. Por ejemplo, en San Lucas 6:27 leemos: «Haz el bien a
aquellos que te odian», mientras que el capítulo 63 del Ta, nos sugiere
«Responde al odio con virtud». En San Mateo 26:52 encontramos la observación
«Quienes viven por la espada morirán por la espada», muy en consonancia con una
línea de Lao Tse en el capítulo 42, «el hombre violento tendrá una muerte
violenta».
El conflicto sólo puede presentarse cuando se trazan límites rígidos
y arbitrarios entre un par de opuestos y luego se procede a defenderlos;
límites entre hombre y mujer, entre nación y nación, entre bien y mal. Al
eliminar estos límites, de forma que las fuerzas contrarias puedan
encontrarse, moldearse y ceder la una ante la otra, ambas acaban fusionándose y
establecen un equilibrio natural que elimina automáticamente la causa del
conflicto. Como ya iremos viendo en capítulos posteriores, cuando exploremos
los diversos aspectos del taoísmo, el equilibrio y la armonía entre opuestos
constituyen la clave filosófica de todos los misterios y el fundamento práctico
de todos los senderos hacia la salud y la larga vida. Antes de explorar estos
misteriosos senderos, no obstante, concluyamos nuestro repaso histórico del
taoísmo en China.
La bifurcación del Camino
El mayor exponente del taoísmo filosófico después de Lao Tse fue
Chuang Tse, que vivió hacia el año 300 o 350 a. de C. Chuang Tse fue, con
mucho, el mejor escritor que existió entre los grandes sabios taoístas de la
antigüedad, y se hizo especialmente célebre por su irónico sentido del humor.
Fue él quien, tras despertar de una siesta en la que había soñado que era una
mariposa, comentó a sus discípulos que no podía estar seguro de si era un
hombre que acababa de soñar ser una mariposa o una mariposa que estaba soñando
ser un hombre.
Chuang Tse fue uno de los más tenaces defensores del wu-wei, que
definía como «conseguir que se hagan las cosas sin hacer nada». En una
conversación con sus alumnos observó:
«¿Existe acaso la verdadera alegría? Para mí, la perfecta libertad
de no hacer absolutamente nada es verdadera alegría, pero la gente corriente lo
considera una pérdida de tiempo». Tal y como lo expresa el Tao te king:
El Tao nada hace,
pero, por su mediación,
se hacen todas las cosas.
El sabio que se modela conforme al Tao también lo hace todo sin
hacer nada.
La satisfacción y la humildad fueron los dos fundamentos básicos de
la vida de Chuang Tse. Su sentido de la humildad no se ajustaba al concepto
occidental de mansedumbre y auto sacrificio, sino que consistía más bien en el
sencillo reconocimiento de que el hombre sabe muy poco sobre los grandes
misterios del universo y sólo ocupa un reducto minúsculo e insignificante en el
plan general de las cosas. En cuanto a la satisfacción, Chuang Tse la
consideraba como un estado mental que se logra sencillamente «estando
satisfecho» y no por la adquisición de bienes materiales.
Cuando Chuang Tse desapareció del escenario, el Camino comenzó a
bifurcarse en diversos senderos, cada uno de los cuales se concentraba en una
faceta única del Tao, aun derivándose todos de la misma semilla sembrada por
Lao y Chuang.
Poco después de que el budismo comenzara a echar raíces en China,
durante los siglos II y III de nuestra era, la filosofía taoísta empezó a
ejercer una poderosa influencia sobre el curso de su evolución en aquel país.
Esta forma significada de budismo, denominada Chan en chino, se extendió
primero a Corea y en seguida a Japón, donde recibió el nombre de Zen. Numerosos
rasgos distintivos del Zen, tal como la irreverencia hacia los rituales, la
enseñanza no verbal, la iluminación personal instantánea (satori), los
acertijos filosóficos (koan), el silencio y el humor irónico, muestran todas
las huellas del taoísmo chino.
A continuación de Chuang Tse surgieron una serie de excéntricos
sabios taoístas como no se han vuelto a ver en el mundo. Eran auténticos
adeptos del verdadero Tao, no clérigos ni charlatanes, y se interesaron por un
gran número de cuestiones que iban desde la alquimia y la medicina hasta el
régimen dietético, la respiración profunda y el yoga sexual. Estos sabios
dejaron abundantes escritos donde se recogen sus descubrimientos, en
voluminosos tomos redactados en una terminología secreta que sólo era
comprensible para otros adeptos. Algunos de sus logros e ideas eran sin duda
muy notables, aunque quizás unos tantos excéntricos, y merecen una detenida
atención.
Uno de los primeros taoístas de que se tiene noticia fue Yang Chu,
que vivió hacia el siglo IV a. de C. Fue él quien inició la tradición hedonista
en el taoísmo, que consideraba la gratificación de los sentidos como una forma
de devoción al Tao. Algunos de sus seguidores y sucesores se entregaron a
excesos desenfrenados, con los que aseguraban conseguir la misma percepción
directa del Tao que otros alcanzaban «sentándose quietos sin hacer nada».
Entre los excéntricos taoístas más famosos de todos los tiempos destacan
los «Siete Sabios del bosquecillo de bambú», que vivieron en el siglo IV d. de
C., en una época en que los charlatanes corrompían el Tao a fin de establecer
una iglesia organizada que pudiera competir
con el budismo. Estos sabios originaron la escuela taoísta de la
«Conversación Pura» (ching-tan), y su propósito era retornar al taoísmo filosófico
puro de Lao y Chuang. También creían que los taoístas debían vivir en el mundo
de las personas, no como ermitaños aislados del mundo en las cuevas de la
montaña. Se reunían habitualmente en un bosquecillo de bambú próximo a la
residencia del poeta Chi Kang (223-262), en Honan. Tras una tarde de «pura
conversación», se dirigían a alguna taberna cercana para dedicar la noche a la
bebida, sin detenerse hasta quedar todos ebrios y en comunión con el Tao. Todos
ellos eran hombres de gran talento que se burlaban de los convencionalismos sociales
y preferían dedicar su genio al Tao, y, al igual que otros taoístas en todas
las épocas, tenían la reputación de ser unos bebedores prodigiosos. El célebre
poeta y bebedor Liu Ling (221-300), por ejemplo, escribió todas sus obras bajo
la influencia y en loor del vino. Allí donde iba, lo seguía un sirviente con
una jarra de vino en una mano y una pala en la otra, preparado para cavar su
tumba en el acto si caía muerto en plena farra. Otro famoso bebedor de aquella
época fue el alquimista Ko Hsüan, que cultivaba las técnicas taoístas de
respiración profunda reteniendo el aliento bajo el agua.
Para describir el estilo de vida de los Siete Sabios, y de otros
como ellos, se utilizaba el término feng-liu, que significa literalmente «fluir
con el viento», una forma poética de decir «dar la espalda a los convencionalismos».
Aquellos adeptos seguían sus propios impulsos durante toda su vida, y nada les
divertía más que escandalizar a los severos confucionistas con su excéntrico
comportamiento. Eran sumamente sensibles a las bellezas de la naturaleza, y
creían que el vino los acercaba al Tao. Sin embargo, los partidarios de la
«conversación pura» no se interesaban demasiado por la alquimia, la dieta, el
yoga sexual ni demás disciplinas para prolongar la vida, tal vez porque, al
igual que Chuang Tse, consideraban la muerte como una mera transición que quizá
los condujera a una vida todavía mejor. Eran filósofos puros, y sus escritos
preservaron para la posteridad el prístino espíritu original de Lao y Chuang.
Uno de los más destacados adeptos taoístas de toda la historia china
fue Ko Hung, que vivió en los siglos III y IV de nuestra era. Ko Hung, que
practicó la alquimia, la dieta, la respiración, la sexualidad y todas las demás
facetas del taoísmo, escribió a lo largo de su vida 116 volúmenes sobre el Tao.
Las contribuciones de Ko Hung al taoísmo fueron enormes. Escribió
con agudeza sobre temas de medicina, control respiratorio, higiene y
sexualidad. Preparó recetas de herbolario para ayudar a los reclusos que vivían
en remota soledad en las montañas. Experimentó científicamente con la alquimia
e incluso trató de preparar el anhelado «elixir de la inmortalidad» a partir de
diversos extractos vegetales, animales y minerales. Dicho sea en su honor, él
mismo confesó su fracaso en esta empresa, aunque atribuyéndolo principalmente a
la falta de recursos para adquirir ciertos ingredientes y materiales de alto
precio.
Ko Hung representa el punto culminante en la evolución del taoísmo
puro en China, la cúspide de una tradición de 3.000 años que se inició con el
Emperador Amarillo hacia el 2700 a. de C. Desde la época de Ko Hung hasta la
actualidad, las diversas ramas del taoísmo continuaron desarrollándose con muy
pequeños cambios y derivaciones, siguiendo muy de cerca las tradiciones
establecidas y documentadas por los sabios taoístas durante los 600 años que
separan a Lao Tse de Ko Hung. El discípulo más destacado de Ko Hung, Tao Hung Ching,
cultivó rigurosamente las diversas disciplinas registradas en los prolíficos
escritos de su maestro, y escribió a su vez numerosos ensayos sobre el tema. Se
dice que a la edad de 85 años seguía pareciendo un hombre de 35. También él
atrajo a muchos seguidores, que mantuvieron viva la tradición. Así es como el
Camino ha llegado hasta nuestros días.
El taoísmo es la única filosofía de alcance mundial que subraya la
importancia de disciplinar las relaciones sexuales como requisito imprescindible
para la salud y la larga vida. La escuela sexual del taoísmo comenzó a florecer
entre los siglos II y IV de nuestra era, aunque el Clásico de la Muchacha
Sencilla, su fundamento principal, apareció unos 400 años antes y la
información que recoge tiene al menos otros 2.000 años de antigüedad. Mientras
fue practicado por adeptos individuales en la intimidad de sus domicilios, el
yoga sexual no causó grandes preocupaciones a las autoridades confucianas, que
a menudo solían practicar el Tao en sus alcobas. Pero cuando empezaron a
surgir sectas que practicaban el yoga sexual en masa, en los templos taoístas,
las autoridades gubernamentales reaccionaron desencadenando una rígida represión
y persecuciones.
Las sectas sexuales del taoísmo han seguido apareciendo de vez en
cuando hasta la época actual. Refiriéndose a sus prácticas, el monje budista
Tao An (292-363) escribió: «Estos taoístas practican licenciosamente
disciplinas obscenas del Libro Amarillo (un manual sexológico secreto), en las
que hombres y mujeres se entregan a relaciones sexuales promiscuas como las
aves y las bestias, con el fin de evitar los desastres y la muerte». Las
autoridades confucianas, ofendidas, tomaron medidas para acabar con tales
sectas. El régimen comunista que llegó al poder en 1949 se ha mostrado tan
severo e implacable como sus predecesores confucianos. En un artículo
publicado el 2 de noviembre de 1950, el periódico comunista Gloriosas Noticias
del Día aseguraba que algunos «dirigentes desvergonzadamente lascivos»
organizaban «concursos de belleza» entre sus seguidoras femeninas y «las
obligaban» a realizar actos sexuales licenciosos con el fin de obtener salud y
longevidad.
Otra importante rama del taoísmo que comenzó a extenderse profusamente
por China poco después de Lao Tse y Chuang Tse fue la alquimia. La más antigua
referencia a la alquimia de que queda constancia, tanto en Oriente como en
Occidente, se remonta al año 133 a. de C., cuando el alquimista taoísta Li
Shao-chün registró un experimento que él mismo había realizado para transmutar
el cinabrio en oro. El producto resultante no debía ser ingerido, sino que
servía para fabricar un recipiente que confería longevidad a quienquiera lo
utilizase para comer. Li practicaba también respiración profunda, dieta y
otras disciplinas taoístas, y fue uno de los primeros adeptos que organizaron
los diversos regímenes en un sistema coherente para la salud y la longevidad.
Li Shao-chün introdujo también la primera deidad del taoísmo. Sus
experimentos alquímicos exigían un buen fogón y un intenso calor, de modo que
solía invocar los favores de Tsao Chün, el dios del fogón en el folklore chino.
Con el tiempo, Tsao Chün llegó a ser más conocido como el dios de la cocina, y
hasta el día de hoy la mayor parte de los hogares chinos en todo el mundo
siguen dedicándole un altarcito sobre los fogones de sus cocinas. Como
«Director de los Destinos», uno de los deberes anuales de Tsao Chün consiste en
presentar un informe al Cielo, el día de Año Nuevo en el calendario chino,
acerca de la conducta de todos los miembros de la familia. Eso explica por qué
las familias chinas ponen tanto interés en estar a buenas con él.
En el año 150 de nuestra era, el adepto taoísta Wei Po-yang redactó
el texto más completo sobre alquimia taoísta que jamás se haya escrito. Bajo el
título de Tsan Tsung Chi (La unión de la triple ecuación), esta obra comenta la
alquimia del «elixir externo» (wai dan), que consiste en la elaboración de
píldoras a partir de metales y minerales refinados, y la del «elixir interno»
(nei dan), que comprende la alquimia interior de la respiración y el yoga
sexual. Aunque en el prólogo de su libro no faltan palabras de advertencia para
los charlatanes y «diletantes», Wei también suscribe la antigua opinión taoísta
de que el Tao puede ser hallado y cultivado por cualquiera que esté
sinceramente dispuesto a estudiar y practicar sus métodos.
Fue durante este mismo período de fermento intelectual cuando por
primera vez se codificó formalmente la teoría médica china a partir de la
ingente cantidad de información acumulada por los adeptos taoístas a lo largo
de milenios. Tanto el Clásico de Medicina Interna del Emperador Amarillo como
el Clásico de la Muchacha Sencilla fueron recopilados en este período, que
también produjo dos importantísimos médicos taoístas, Chang Chung-ching y Hua
To.
El libro de Chang Chung-ching, Discusión de las fiebres (Shang-HanLun),
escrito hacia el año 200 a. de C., sigue siendo uno de los principales textos
médicos que se han escrito en China. En él se recogen 113 recetas médicas
basadas en 100 variedades de fármacos de origen vegetal, animal y mineral,
entre los que se cuenta su conocido remedio para la fiebre, todavía utilizado,
la «sopa de savia de canelo», compuesta de canela, jengibre, regaliz, peonía y
azufaifas. Este médico elaboró también un detallado sistema de diagnóstico
basado en los principios taoístas del Yin y el Yang, las «cinco actividades
elementales» de la Tierra, Agua, Fuego, Metal y Madera, y los Tres Tesoros de
la esencia, la energía y el espíritu.
El médico Hua To, que vivió alrededor del año 200 d. de C., se especializó
en una antigua terapia a base de respiración y ejercicios denominada dao yin
(«inducir y guiar»). Se trata de un método para inducir a la energía vital a
penetrar en el cuerpo y para guiarla luego hacia los diversos órganos y
extremidades mediante determinados movimientos rítmicos. Hua To lo utilizaba para
curar enfermedades respiratorias y circulatorias, así como en casos de
estreñimiento, artritis y reumatismo, fatiga y depresión, complementándolo con
recetas a base de hierbas y una terapia dietética. Asimismo, Hua To realizó
grandes adelantos en cirugía y medicina naturista. A él se debe el primer
anestésico elaborado en China, una receta a base de datura, rododendro y
acónito que le permitió efectuar operaciones de importancia. La cirugía china,
empero, comienza y termina con él. Muy poco' después, las autoridades
confucianas promulgaron una estricta prohibición contra la disección del cuerpo
humano, tanto muerto como vivo, ya que consideraban el cuerpo como un precioso
don de los padres y antepasados. Por esta razón, el hecho de sajar la carne para
una operación quirúrgica o una autopsia constituía una grave ofensa contra los
propios antepasados y, por extensión, contra uno mismo.
El siguiente período de auge del taoísmo tuvo lugar durante la dinastía
Tang (618-907), universalmente reconocida como la «Edad de Oro» de la cultura
china, comparable en su espíritu al Renacimiento europeo. La influencia social
y política del taoísmo llegó a su apogeo en la época Tang, entre otros factores
porque la familia que fundó esta dinastía ostentaba el apellido Li, como Lao
Tse, y podía por tanto presentar al gran Sabio como su antepasado imperial. El
emperador Hsüan Tzung (712-756) declaró las obras de Lao y Chuang como clásicos
oficiales, al mismo nivel que las obras de Confucio, y este honor repercutió en
una considerable expansión del taoísmo en toda China. Tan buena imagen, no
obstante, resultó un tanto menoscabada en el año 820, cuando el emperador Hsien
Tzung falleció tras ingerir una píldora de «elixir externo» que le había
preparado el alquimista taoísta Liu Pi a partir de metales y minerales tóxicos.
La época Tang conoció grandes adelantos en los tres campos principales
de investigación taoísta: la alquimia, la medicina y la respiración. Tras la
prematura muerte del emperador en el año 820, la alquimia se apartó
decisivamente de los elixires externos compuestos de minerales tóxicos y se
dedicó mucho más a los elixires internos basados en la esencia y la energía
humanas. El término dantian surgió por primera vez en la época
Tang; significa literalmente «Campo del Elixir» y se refiere a la región
situada unos cinco centímetros por debajo del ombligo, entre la pared
abdominal y la columna vertebral, donde se concentra la energía vital y se
forma el Elixir Interno. Los adeptos «refinan» este elixir mediante la
respiración, la meditación y el yoga sexual, a fin de cultivar un cuerpo
-espíritu fuerte que les permita acceder finalmente a la inmortalidad. Esta alquimia interior llegó
a ser y sigue siendo la más profunda y misteriosa de las disciplinas taoístas,
y aún hoy existe en Taiwán, Hong Kong y algunas otras comunidades chinas un
reducido número de maestros que continúan enseñándola. No puede llegar a dominarse
sin la ayuda de un maestro cualificado y exige muchos decenios de práctica
rigurosa.
En la China de los Tang, la medicina aún conoció mayores progresos
que la alquimia. Uno de los primeros decretos promulgados por el primer
emperador Tang ordenaba que se recopilasen todos los conocimientos médicos
diseminados por el imperio y se transmitieran a la capital, donde, en el año
629, fundó la primera academia médica de China. Esto sucedió 200 años antes de
que en Salerno, Italia, se fundara la primera escuela de medicina de Europa.
Por entonces habían transcurrido más de mil años desde que Lao Tse desapareciera
en las montañas a lomos de su búfalo, y en el correr de los siglos los adeptos
y ermitaños taoístas habían explorado las montañas y experimentado con las más
variadas sustancias de origen vegetal, mineral y animal, en su búsqueda de un
elixir de la inmortalidad. Este proceso permitió compilar una extensísima
farmacopea que registraba con todo detalle las características químicas y
terapéuticas de tales sustancias. Hay que tener presente que los adeptos
taoístas fueron en verdad los científicos de la antigua China, que dirigían sus
experimentos con objetividad y completamente de acuerdo con los métodos y
principios de la ciencia actual. Dejaron constancia de todos sus hallazgos, y
sus descubrimientos condujeron a importantísimos adelantos tanto en la medicina
como en la fabricación de porcelana, aleaciones metálicas y tintes, y llevaron
a inventos tan notables como la brújula y la pólvora. El Dr. Joseph Needham,
conocido sinólogo británico, ha catalogado y analizado las numerosas
contribuciones del taoísmo a la ciencia mundial en una impresionante y
definitiva serie de volúmenes bajo el título general de Ciencia y civilización
en China. Es asombroso constatar cuántas cosas que hoy damos por sentadas
fueron inventadas por los alquimistas taoístas de la antigua China.
El médico más destacado de la dinastía Tang, y tal vez de toda la
historia china, fue el adepto taoísta Sun Ssu-mo (590-692). Aunque Sun cultivó
todos los sistemas tradicionales taoístas para la salud y la longevidad, su
método favorito para el tratamiento de las enfermedades era la terapia
nutricional. Así, por ejemplo, observó que los habitantes de las remotas
regiones montañosas del interior eran propensos al bocio, una hipertrofia de la
glándula tiroides que hoy sabemos es debida a una deficiencia de yodo. Sun
trataba esta enfermedad con una dieta de algas y extractos de tiroides de
ciervo y de cordero que eliminaba su causa, con lo que proporcionó una cura
puramente nutricional para esta molesta anomalía más de 1.000 años antes de que
fuera descubierta en Occidente. También encontró una cura similar para el beriberi
(enfermedad debida a una deficiencia vitamínica), que trataba con hígado de
ternera y cordero, gachas de germen de trigo y diversos vegetales ricos en
vitaminas, como las almendras y los pimientos silvestres. Los médicos europeos
no llegaron a una comprensión del beriberi hasta el año 1642, retrasándose de
nuevo unos 1.000 años con respecto a los médicos taoístas.
Sun Ssu-mo redactó dos ediciones de su célebre obra Recetas preciosas
(Chien-Chin-Fang), que constituye una verdadera mina de información acerca de
la teoría y la práctica médica tradicional taoísta. En dicha obra se hallan dos
párrafos -uno sobre la dieta y otro sobre la sexualidad- que resumen sucintamente
dos de los más básicos conceptos taoístas acerca de la salud y la longevidad.
Con respecto a la terapia nutricional, dejó escrito:
Un médico verdaderamente bueno busca primero la causa de la enfermedad
y, tras haberla encontrado, intenta en primer lugar curarla mediante la
alimentación. Sólo cuando la alimentación fracasa receta medicamentos.
Y, en la sección titulada «Vida sexual sana», expone
claramente el punto de vista taoísta respecto a la disciplina sexual masculina
como requisito indispensable para la salud y la larga vida:
Un hombre no debe entregarse a las relaciones sexuales
con el único fin de satisfacer su lujuria. Debe esforzarse en controlar sus
deseos sexuales para poder cultivar su esencia vital. No debe forzar su cuerpo
a excesos sexuales para disfrutar de los placeres carnales, dando rienda suelta
a su pasión. Por el contrario, un hombre debe pensar en cómo este acto
beneficiará su salud y lo mantendrá libre de enfermedades. Éste es un sutil
secreto del arte de la alcoba.
Estos temas serán estudiados detenidamente en los capítulos sobre la
dieta y la sexualidad (capítulos 1 y 6-8). Lo importante aquí es tomar en
cuenta que la alimentación y la sexualidad, que son los dos instintos naturales
más poderosos y los únicos que todas las especies necesitan para sobrevivir y
multiplicarse, constituyen las dos llaves que abren las puertas de la salud y
la longevidad. Y, a la inversa, cuando estos dos instintos naturales son mal
utilizados en busca únicamente del placer, conducen rápidamente a la tumba. Es
evidente que Sun practicaba lo que predicaba, pues se mantuvo en plena salud
hasta la avanzada edad de 101 años.
Otro importante adelanto taoísta durante la época Tang fue el desarrollo
del Qi Gong (o Chi-kung), que significa «práctica de respiración» y también
«control de la energía». El Qi Gong se convirtió en el método más importante de
la alquimia del Elixir Interno, y fue practicado con gran entusiasmo durante la
época Tang. Anteriormente, la práctica habitual consistía en retener el
aliento hasta una hora o más, como el Sabio del Bosquecillo de Bambú, que se
complacía en refrescarse permaneciendo sumergido en el fondo de su estanque
durante toda la tarde. Pero este método, que con frecuencia provoca
interesantes visiones debidas a la intoxicación por dióxido de carbono, sólo
puede ser practicado por un puñado de adeptos sumamente avanzados y no resulta
especialmente beneficioso para la salud física. El Qi Gong, por su parte, se
dirige tanto a los adeptos ordinarios como a los más avanzados y busca
principalmente controlar y equilibrar la energía, antes que otros objetivos de naturaleza
mística.
El paso a la respiración rítmica comenzó en el siglo V de nuestra
era, cuando el monje budista Boddhidharma (Ta Mo) introdujo en China el
pranayama hindú. Boddhidharma combinó el pranayama con diversos ejercicios
chinos de dao-yin basados en los movimientos de los animales, y el resultado
llegó a ser una práctica fundamental y denominador común de los sistemas chinos
de meditación, medicina y artes marciales. El nuevo método se basaba en la
regularidad respiratoria, el ritmo, la respiración diafragmática profunda,
moderadas retenciones del aliento y la circulación interna consciente de la
energía vital obtenida del aire. Estos métodos respiratorios aún hoy siguen
constituyendo el núcleo técnico de los sistemas de meditación budista y
taoísta, así como de las artes marciales chinas, y se examinan detalladamente
en el capítulo dedicado a la respiración (capítulo 3).
El taoísmo conoció su mayor auge en China bajo la dinastía Tang,
pero hacia el final de la subsiguiente dinastía Sung (916-1279) ya se hallaba
en decadencia como fuerza nacional unificada. Bajo los Tang, las más elevadas
enseñanzas del taoísmo influyeron decisivamente en el budismo Chan, precursor
del Zen, y esta influencia confirió al budismo chino un gran atractivo popular,
tanto entre la gente común como entre los intelectuales. Durante la época Sung,
el estudioso confuciano Chu Hsi, en un esfuerzo concertado por revivir la filosofía
confuciana como ethos nacional, tomó muchas nociones fundamentales del taoísmo
filosófico para formular lo que llegó a conocerse como «neoconfucianismo».
Así, con las enseñanzas superiores del Tao bien asimiladas por el budismo Chan
y el neoconfucianismo, sólo quedaron los más vulgares y supersticiosos
elementos de la iglesia taoísta como una institución social organizada.
Fue en este punto de la historia china cuando los verdaderos adeptos
del Tao (dao jia) pasaron a la «clandestinidad» y se retiraron a eremitorios
perdidos en lo más remoto de las montañas, dejando que la iglesia taoísta (dao
jia) se las entendiera con la sociedad.
Los eremitorios taoístas brotaron como sectas en las brumosas montañas
de China, con pequeñas comunidades de reclusos dedicados a cultivar el «elixir
interno». Los ermitaños procedían de todas las clases sociales: estudiosos y
poetas desilusionados con el «mundo del polvo», generales y magistrados
retirados, comerciantes y mendigos. A diferencia de los monasterios budistas,
poseían muy pocas reglas y un régimen nada estricto, de acuerdo con la máxima
de Lao Tse: «Sin ninguna regla no hay reglas que quebrantar.» Cada uno de los
adeptos seguía su propio programa a su propio ritmo. Cuando no practicaban
disciplinas espirituales, se dedicaban a leer, escribir, pintar, interpretar
música y practicar artes marciales para mantenerse en forma. Recibían bien a
los viajeros y vagabundos que deseaban pasar una o dos noches en su compañía,
y su principal fuente de ingresos procedía de los peregrinos que acudían en
tropel para tomar parte en las celebraciones durante las festividades
religiosas que los adeptos en sí raramente observaban, aunque las celebraban
en beneficio de la gente corriente, que a su vez les dejaba generosas ofrendas
de alimentos y dinero. En conjunto, siempre que uno estuviera dispuesto a
renunciar a las amenidades y comodidades de la civilización urbana, la vida en
un eremitorio taoísta venía a ser tan relajada como puede serlo la vida. Muchos
de los ermitaños vivieron bastante más de 100 años.
Durante la dinastía Ming (1368-1644), la influencia taoísta en la
corte siguió menguando, aunque la popular iglesia taoísta con sus vistosos
templos siguió gozando del favor del pueblo.
Los manchúes, que sucedieron a los Ming, eran todavía más mojigatos
que los confucianos chinos, y se opusieron rígidamente a los cultos sexuales
que se derivaban del taoísmo. En consecuencia, el auténtico taoísmo tuvo que
ocultarse aún más, de modo que no apareció ningún destacado adepto taoísta
durante el reinado de la dinastía Ch'ing de los manchúes (1644-1911), que se
rigió por un confucianismo sumamente conservador hasta su caída en el año 1911.
En el apéndice incluido al final de este capítulo se enumera un «repertorio
de personajes taoístas» por orden cronológico, desde el Emperador Amarillo
hasta la época actual, incluyendo a algunos sabios de los que aún no hemos
hablado.
El Tao en la actualidad
Hoy en día no existen en China sectas taoístas organizadas, aunque
es posible que algunos individuos sigan practicando el Camino en privado.
Cuando los comunistas prohibieron la popular secta I-Kuan-Tao en 1950, dejaron
claro que el Tao ya no era bien visto en China, y muchos maestros huyeron a
Taiwán, Hong Kong, Japón y los Estados Unidos, donde todavía practican sus
esotéricas enseñanzas pero procurando pasar inadvertidos.
Si bien es posible buscar y encontrar a algunos de estos ancianos
maestros taoístas, no es en absoluto fácil ser aceptado como discípulo suyo
Puede ser necesario pasar varios años como servidor del maestro, barriendo su
casa y realizando otras tareas mundanas para demostrar la sinceridad del
anhelo, antes de que él consienta en enseñar incluso las prácticas más
elementales. Tal ha sido siempre la costumbre china. Y si el lector desea
estudiar con un maestro de Taiwán u Hong Kong no le quedará más remedio que
aprender el idioma chino, aunque es cierto que en Occidente existen algunos
maestros que enseñan en inglés. Aun así, para quien verdaderamente desea cultivar
el Tao, ningún esfuerzo es demasiado grande, ninguna espera demasiado larga,
ninguna búsqueda demasiado ardua.
De hecho, puede que usted descubra un avanzado maestro taoísta en su
misma ciudad o vecindario si saca a colación el tema en la lavandería china,
en una charla con el camarero de su restaurante chino preferido o se dedica a
pasear por los parques, mercados, herboristerías, casas de té y templos de
cualquier Barrio Chino del mundo. A menudo los taoístas se ganan la vida como
médicos y herbolarios, astrólogos y artistas marciales, calígrafos y pintores,
incluso como cocineros y vendedores de fruta. Por lo general, practican sus
disciplinas taoístas a solas, a las horas más inesperadas del día o de la
noche. Si se busca con suficiente intensidad, necesariamente se acabará
encontrando un maestro... o quizá sea el maestro quien encuentre al discípulo.
En cualquier caso, el maestro sólo es imprescindible para las enseñanzas
superiores, en particular para aquellas que se refieren al desarrollo espiritual.
Los elementos básicos pueden aprenderse con este libro.
Una de las ventajas fundamentales de estudiar el taoísmo, aparte de
obtener salud y longevidad, es que desvela los «inescrutables» misterios del
carácter y la cultura chinos.
El Tao discurre como un hilo de oro por todo el tapiz de la cultura
china. Los principios básicos de la cocina china, por ejemplo, no fueron
formulados por cocineros y gastrónomos, sino por herbolarios y médicos
taoístas, lo cual explica por qué la comida china se digiere tan bien en el
cuerpo que «uno vuelve a estar hambriento al cabo de una hora». En la pintura
china, los taoístas establecieron la naturaleza como tema principal, y fueron
los precursores de la técnica consistente en utilizar el espacio en blanco como
parte de la imagen. También los poetas chinos hallaron abundante inspiración
en el Tao, y con frecuencia emulaban a los ermitaños taoístas retirándose
durante largo tiempo a la montaña para cultivar el Tao. El arte chino de la
medicina y las artes marciales fueron completamente desarrollados por taoístas,
al igual que algunos de los descubrimientos científicos más importantes del
mundo, como la pólvora, la porcelana y las aleaciones metálicas. Los principios
fundamentales de todas las artes chinas -sencillez y sobriedad, equilibrio y
armonía, la importancia decisiva de la espontaneidad creativa- surgen todos del
Tao. De hecho, el concepto del Tao está tan profundamente arraigado en el alma
china que incluso el régimen comunista se vio en la necesidad de ocuparse del
pensamiento taoísta, reinterpretando ciertos pasajes del Tao te king. Así, la
versión comunista de un párrafo clave reza «en la antigüedad, el pueblo no
conocía la propiedad privada»; en otro párrafo, «la misteriosa nivelación» que
se produce cuando mediante el Tao se eliminan todos los deseos innecesarios ha
sido formulada por los ideólogos comunistas como una llamada a la abolición de
todas las distinciones de clase feudales.
Lao Tse no tenía intereses que defender, ni ambiciones
personales que lograr, ni dioses que apaciguar, ni tiempo para tonterías. Lo
que con tan gran acierto intentó transmitir en los fascinantes versos del Tao te
king «no depende de nada, es inmutable, todo lo penetra, no falla nunca». La
rica tradición de investigaciones científicas y espirituales que surgió de sus
palabras proporciona un elocuente testimonio del poder del Camino.
El Camino aún está ahí, como lo estaba mucho antes de
Lao Tse y lo seguirá estando mucho después de nosotros, y su poder se halla
disponible para cualquiera que haga el esfuerzo de descubrirlo y cultivarlo.
Como veremos más adelante, la actual ciencia occidental está
llegando -lentamente pero con seguridad, y en ocasiones de mala gana- a numerosas
conclusiones que confirman las antiguas verdades del Tao.
El YIN Y EL YANG
El Uno engendra dos cosas...
[Tao te king]
El significado original del ideograma chino que representa el «Yin»
es el de «la ladera umbría de una colina». Representa la oscuridad y la
pasividad, y se asocia con las cualidades de receptividad, flexibilidad,
blandura y contracción. Se mueve hacia abajo y hacia adentro, y sus símbolos
principales son la mujer, el agua y la tierra. «Yang» significa la solana o
«ladera soleada de la colina», representa la luz y la actividad, se asocia con
la resistencia, la dureza y la expansión, se mueve naturalmente hacia arriba y
hacia afuera, y sus símbolos son el hombre, el fuego y el cielo.
El Yin y el Yang son fuerzas mutuamente dependientes, constantemente
interactivas y potencialmente intercambiables. A pesar de su polaridad, ambas
contienen en su interior la semilla embrionaria de la otra, como se ilustra en
el conocido círculo Yin/Yang. El círculo en sí representa la Fuente Suprema,
medio Yin y medio Yang, y en el interior de cada mitad crece un punto de la
contraria. El límite entre las dos, en forma de «S», indica que sus fronteras
nunca son fijas. Siempre que el constante crecer y menguar de las energías
polares conduce a un exceso crítico de una u otra, ésta se transmuta
espontáneamente en su opuesta. Un buen ejemplo de esta transformación lo vemos
cuando el agua (Yin) absorbe tanto calor (Yang) que se transforma en vapor
(Yang) y asciende hacia arriba (dirección Yang). Así pues, para los taoístas
el cambio no es lineal, sino cíclico, y por tanto predecible. El Libro de las
Mutaciones (1 Ching), con 3.000 años de antigüedad, predice acontecimientos
futuros en base a la interacción cósmica del Yin y el Yang.
El Yin es más fuerte y más abundante que el Yang, pero el Yang es
más visible y activo. En el mundo hay más agua que fuego, por ejemplo, pero los
fenómenos asociados con el fuego, como el relámpago, son más espectaculares y
llaman más la atención. Sin embargo, desde que comenzó a utilizarse el término
Yin/Yang en China, la palabra «Yin» siempre ha precedido a la palabra «Yang»,
cosa que en chino refleja una condición de superioridad por parte del Yin que
es muy anterior al advenimiento del patriarcado en la sociedad china.
La cosmología del Yin y el Yang se remonta a los brumosos orígenes
de la civilización china, mucho antes de la época de Lao Tse. La referencia
escrita más antigua aparece en el I Ching, redactado hacia el año 1250 a. de
C., donde podemos leer: «La incesante interacción del Cielo [Yang] y la Tierra
[Yin] da forma a todas las cosas. La unión sexual del macho y la hembra da vida
a todas las cosas». Así, la unión sexual del macho y la hembra se considera
como la más esencial manifestación terrena de la gran danza cósmica del Yin y
del Yang.
Un comentario en el Libro de las Mutaciones indica que la interacción
del Yin y del Yang se denomina Tao, y el proceso generativo que de ella resulta
se denomina «cambio». Por consiguiente, es posible hallar el Camino en la
interacción del Yin y del Yang, en la unión de los opuestos, no en un extremo
ni en el otro. En razón del incesante fluir del Yin y del Yang, el atributo
primordial del Camino es el cambio constante, no el éxtasis.
En el Libro de las Mutaciones, el hexagrama que simboliza la unión
sexual es el número 63, llamado «Culminación» (o «Cumplimiento», o «Después del
cumplimiento»). Este hexagrama se compone del trigrama «agua/mujer/nubes»
situado sobre el trigrama «fuego/hombre/luz». Esto no sólo sitúa el Yin sobre
el Yang, sino que sugiere también la imagen de un caldero de agua suspendido
sobre el fuego que llega lentamente al punto de ebullición. Se trata de la más
fundamental alegoría taoísta para la unión sexual humana, pues simboliza
concisamente las diferencias esenciales entre hombre y mujer en el acto sexual.
A fin de durar el tiempo suficiente para hacer hervir ese caldero de agua, el
hombre debe racionar su combustible y controlar cuidadosamente su fuego. Si
quema su combustible con demasiada rapidez, el fuego se apaga prematuramente
cuando el agua no pasa de tibia. Pero si conserva su fuego durante el tiempo
necesario para hacer hervir el agua, entonces basta con la más pequeña llamita
para mantenerla hirviendo durante mucho tiempo.
La «culminación» simboliza la relación fundamental entre el Yin y el
Yang, y separa claramente el Tao del característico dualismo de la filosofía
occidental. Según el Tao te king, cualquier fuerza, objeto o idea resulta
incompleto y carente de significado sin una referencia a su opuesto básico:
Lo difícil y lo fácil se completan el uno al otro. Lo largo y lo
corto se comparan uno con otro. Lo alto y lo bajo se determinan el uno al otro.
El bien carece de significado sin un mal que lo defina; la belleza
es invisible si no puede contrastarse con la fealdad. En el pensamiento clásico
occidental, los opuestos están divididos en dos campos mutuamente excluyentes,
en los que sólo se concede valor a lo bueno, lo bello y lo verdadero. Los
aspectos malos, feos y falsos de la vida son deliberadamente reprimidos
(aunque en vano) o descartados. El punto de vista taoísta consiste en reconocer
y equilibrar las fuerzas opuestas que subyacen en todas las situaciones y
fenómenos, pero sin hacerse ilusiones en cuanto a la «derrota» de ninguna
fuerza cósmica, positiva o negativa.
La física de Newton, sello distintivo del pensamiento científico
occidental hasta hace unos pocos decenios, percibe el universo como una
dispersa colección de objetos estáticos no relacionados entre sí, cada uno de
los cuales actúa siguiendo leyes absolutas de las que se deriva su valor. Los
taoístas, por el contrario, ven el universo como un océano vivo de fuerzas
móviles en un estado de flujo constante, como las olas del mar, donde todo está
relacionado e interactúa con su propia cualidad opuesta, de la que depende
para existir.
La correlación del Yin y del Yang
Las relaciones complementarias del Yin y del Yang impregnan todo el
universo, y su oposición elemental proporciona la tensión dinámica necesaria
para cualquier cambio o movimiento.
En la medicina china, por ejemplo, los diez órganos vitales se consideran
divididos en cinco pares, cada uno de los cuales se compone de un órgano Yin
«macizo» y un órgano Yang «hueco». Los órganos Yin son más vitales que los
Yang, y las perturbaciones de aquéllos son las que causan los más graves
problemas de salud. Los órganos no están emparejados arbitrariamente, sino que
los unen conexiones funcionales y anatómicas concretas:
Corazón. Llamado el «Jefe de los órganos Vitales», el corazón regula
a los demás órganos por medio del control de la circulación sanguínea. Alberga
el espíritu y rige los estados de ánimo y la claridad mental. El estado de la
energía cardiaca se refleja en el color del rostro y la lengua: un rojo oscuro
indica exceso, y gris claro deficiencia. El corazón está emparejado con el
intestino delgado, que separa los subproductos de la digestión, puros e
impuros, controla la relación entre excrementos líquidos y sólidos y absorbe
los nutrientes, que luego envía al corazón para que éste los distribuya por
todo el cuerpo.
Hígado. El hígado almacena y enriquece la sangre, y regula la cantidad
enviada al torrente sanguíneo para la circulación general. «Cuando el hombre se
mueve, la sangre se mueve; cuando el hombre está quieto, la sangre retorna al
hígado», indica el Clásico del Emperador Amarillo. Esta afirmación coincide
perfectamente con el hecho, comprobado por la ciencia médica, de que en los
períodos de descanso, sobre todo en tiempo frío, de un 30 a un 50 por ciento
del volumen total de sangre permanece acumulado en el hígado y en el páncreas.
Durante el sueño, la sangre se fortifica en el hígado para ser luego usada por
el resto del cuerpo en la actividad. El hígado alberga el alma humana (hun),
como se refleja en el término chino hsin-gan («corazón e hígado»), que se traduce
«cariño» o «querido/a». El corazón y el hígado albergan nuestras
características más específicamente humanas.
El hígado es la sede metabólica del organismo y, por tanto, el más
directo responsable de la vitalidad y el bienestar general de la persona. Las
afecciones del hígado se reflejan en los ojos, en las uñas de manos y pies y en
los músculos. El compañero Yang del hígado es la vesícula biliar, cuya
estrecha relación funcional con el hígado es bien conocida por la medicina
occidental.
Páncreas. El páncreas controla la producción de las enzimas vitales
necesarias para la digestión y el metabolismo. Esta función lo relaciona
directamente con su compañero Yang, el estómago. Si el páncreas deja de
producir las enzimas suficientes, el proceso digestivo se estanca, con lo que
los alimentos fermentan y se pudren en el estómago en lugar de ser digeridos.
El páncreas controla el atributo humano del pensamiento racional. Sus
perturbaciones se reflejan en la demacración de la piel, carne y extremidades,
escaso tono muscular, fatiga crónica, dificultades digestivas e incapacidad
para concentrarse.
Pulmones. «Los pulmones controlan el Qi», declaran los textos
médicos chinos. Puesto que Qi significa tanto «aliento» como «energía», los
pulmones gobiernan la respiración y la circulación de la energía. Cuando el
aliento es deficiente, también lo es la energía. Los pulmones, Yin, están
relacionados con el intestino grueso, Yang. Las afecciones del pulmón se
reflejan en la piel, hecho bien conocido por la medicina occidental, pues la
piel es en sí un órgano respiratorio, y tanto los pulmones como el intestino
grueso son en realidad extensiones internas de la piel, una desde arriba y la
otra desde abajo. La neumonía y otras enfermedades respiratorias graves suelen
presentarse acompañadas de estreñimiento, y el estreñimiento a su vez suele
causar opresión y malestar en el pecho.
Riñones. «Los riñones controlan el agua.» El exceso de agua y otros
líquidos de desecho son enviados a los riñones y convertidos en orina, que
luego pasa a la vejiga para ser excretada. Así, la vejiga está funcionalmente
relacionada con los riñones, como órgano Yang hueco. Los riñones reciben la
denominación de «puerta de la vida» porque son los que controlan el equilibrio
general de los fluidos vitales en el cuerpo, que a su vez influye directamente
en el nivel y el equilibrio de la energía. Los riñones son los principales
equilibradores del Yin y del Yang en el organismo humano. Albergan el atributo
humano de la fuerza de voluntad y controlan la médula ósea, el lomo y las
regiones sacra y lumbar. Sus perturbaciones suelen traducirse en dolores de la
parte baja de la espalda e incapacidad para enderezar la columna. Están
estrechamente relacionados con la corteza suprarrenal (glándulas suprarrenales),
que los envuelve y segrega a la corriente sanguínea cortisona, adrenalina y
hormonas sexuales esenciales. Los riñones y glándulas con ellos relacionadas
controlan así las funciones y la potencia sexuales.
El Yin y el Yang se manifiestan en todo contraste concebible, ya sea
a escala grande o pequeña. En el cuerpo humano, Yin controla las superficies
internas, las regiones inferiores y la parte delantera, tanto en el cuerpo en
su conjunto como en cada órgano individual, mientras que Yang rige las
superficies externas, las regiones superiores y las partes posteriores. Yin
controla la sangre, Yang gobierna la energía. Los instintos innatos pertenecen
a Yin, las habilidades adquiridas a Yang. Yin desciende, Yang asciende. Comer
es una actividad nutritiva Yin, mientras que beber alcohol es una actividad
depletiva Yang. En la respiración, inspirar es Yin, espirar es Yang. En el
ciclo de las estaciones, el fresco otoño y el frío invierno pertenecen a Yin,
mientras que la tibia primavera y el caluroso estío pertenecen a Yang. La lista
de complementarios sería interminable, pero la cuestión es siempre la misma:
nada existe ni actúa si no es en directa conjunción con su propio opuesto
básico, y todos los fenómenos anormales, desde la enfermedad hasta las
tormentas eléctricas, se deben a un desequilibrio crítico entre estas dos
fuerzas primordiales.
Entre los síntomas más comunes de un «exceso de Yang» figuran una
tez enrojecida, temperatura corporal elevada, sequedad, hiperactividad,
estreñimiento y pulso rápido. El «exceso de Yin» se refleja en una tez pálida,
escalofríos, humedad en las articulaciones, letárgica, laxitud intestinal y
pulso lento. En este punto interviene el médico chino y realiza un acto
extraordinario para restaurar la armonía y el equilibrio de las diversas
energías del cuerpo. Por medio de poderosas hierbas, acupuntura, masaje, dieta
y otros métodos tradicionales, «tonifica» la energía deficiente, «elimina» la
excesiva, «enfría» la energía calurosa, «calienta» la fría, «seca» la humedad,
«humedece» la sequedad, «dispersa» las energías malignas y «cultiva» las
energías nutritivas.
Los principios del Yin y del Yang se aplican a todas las cosas,
desde el movimiento de planetas y estrellas a las más microscópicas funciones
celulares del organismo. Las leyes dietéticas taoístas se basan en el equilibrio
Yin/Yang entre alimentos «fríos» y «calientes», donde los términos «frío» y
«caliente» no se refieren a la temperatura ni al sabor, sino al tipo de energía
que liberan tras su ingestión. Los herbolarios chinos preparan y administran
recetas basadas en la teoría del Yin y el Yang, combinando fórmulas
«calentadoras» para los estados «fríos», fórmulas «enfriadoras» para las
dolencias «calientes», recetas «secadoras» para la «humedad», etc. En el yoga
sexual taoísta, el abundante y poderoso elemento Yin de la mujer es
cuidadosamente equilibrado con la vulnerable y limitada energía Yang del
hombre.
Otra extensión del Yin y del Yang la encontramos en la geomancia
china, denominada feng shui, literalmente «viento y agua». La ciencia de la
geomancia se basa en los aspectos cósmicos y geológicos del Yin y del Yang. Su
objetivo consiste en determinar la situación más ventajosa para edificar
viviendas humanas, de modo que sus ocupantes obtengan el máximo beneficio del
flujo natural de las fuerzas cósmicas de la zona. Para ello, se calculan
cuidadosamente las posiciones y ángulos de montes, valles, árboles, rocas y
masas de agua con relación al edificio que se va a construir, para garantizar que
ninguna parte de la casa perturbe en modo alguno las invisibles «venas de
dragón» que conducen la energía Yang desde el cielo y la energía Yin desde la
tierra. En China, templos y ermitas se han construido siempre según los
principios del feng shui, lo cual podría explicar por qué siempre parecen
«encajar» tan bien con el paisaje circundante.
Las cinco actividades elementales
La teoría de las Cinco Actividades Elementales (wu hsing) explica en
más profundidad las relaciones cosmológicas entre el hombre y el universo. A
diferencia de los cinco elementos de la filosofía tradicional occidental, las
Cinco Actividades Elementales del taoísmo son fuerzas activas, no elementos
inertes, aunque se representan por medio de símbolos muy parecidos. El Clásico
del Emperador Amarillo declara: «Las Cinco Actividades Elementales de la
Madera, el Fuego, la Tierra, el Metal y el Agua abarcan todos los fenómenos de
la naturaleza. Es un simbolismo que se aplica igualmente al hombre».
Estas cinco fuerzas cósmicas primordiales actúan según unas
relaciones determinadas, basadas en sus características relativas. Cada de las
fuerzas es generada («nace») por otra, y suprimida («derrotada») por una
tercera, de la siguiente forma:
Ciclo generativo
(madre/hijo): Flechas rellenas AZULES
Ciclo supresor (vencedor/vencido):
Control: Flechas continuas GRISES
Oposición: Flechas discontinuas GRISES

El examen literal de los símbolos explica sus relaciones. La madera
al arder engendra el fuego. El fuego produce cenizas, que engendran la Tierra.
La Tierra engendra el Metal, que se extrae de ella. Al ser calentado, el Metal
se funde, con lo que engendra el elemento Agua. El Agua favorece el crecimiento
de las plantas, con lo que engendra la madera. En el ciclo supresor, la Madera
agota las sustancias nutritivas del
suelo, con lo que acaba con la Tierra. La Tierra enfanga y canaliza el
Agua, de modo que la «conquista». El Agua elimina el Fuego, extinguiéndolo. El
Fuego elimina el Metal, fundiéndolo, y el Metal suprime la Madera al cortarla.
El ciclo generativo recibe el nombre de relaciones «madre/hijo», mientras que
el ciclo supresor se compone de las relaciones «vencedor/vencido». Sus
interacciones constantes producen los incontables fenómenos del universo.
Las Cinco Actividades Elementales se manifiestan en el cuerpo humano
a través de su relación con los cinco grupos de órganos emparejados,
principalmente los órganos Yin sólidos. El corazón es gobernado por el Fuego,
el hígado por la Madera, los riñones por el Agua, el páncreas por la Tierra y
los pulmones por el Metal. Existe, por ejemplo, una relación generativa de tipo
madre/hijo entre la energía Madera del hígado y la energía Fuego del corazón,
así como una relación supresora de vencedor/vencido entre la Madera del hígado
y la Tierra del páncreas. Un exceso de energía Agua en los riñones ataca la
energía Fuego del corazón; el páncreas y el estómago deben generar la
suficiente energía Tierra para mantener la energía Metal de los pulmones e
intestino grueso, etc.
Tablas ilustrativas
de las Cinco Actividades Elementales y sus asociaciones cósmicas
EJEMPLO I:
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Elemento
|
Madera
|
Fuego
|
Tierra
|
Metal
|
Agua
|
Órgano Yin
|
Hígado
|
Corazón
|
Bazo
|
Pulmones
|
Riñones
|
Órgano Yang
|
Vesícula biliar
|
Intestino delgado
|
Estómago
|
Intestino grueso
|
Vejiga
|
Sentido que controla
|
Vista
|
Palabras
|
Gusto
|
Olfato
|
Oído
|
Alimenta los
|
Músculos
|
Vasos sanguíneos
|
Grasa
|
Piel
|
Huesos
|
Se expande hacia
|
Uñas
|
Color
|
Labios
|
Pelo del cuerpo
|
Pelo de la cabeza
|
Líquido emitido
|
Lágrimas
|
Sudor
|
Saliva
|
Moco
|
Orina
|
Olor corporal
|
Rancio
|
Quemado
|
Fragante
|
Carnoso
|
Pútrido
|
Temperamento
|
Depresión
|
Emociones
|
Obsesión
|
Angustia
|
Miedo
|
Asociado
|
|
Inestables
|
|
|
|
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Cólera
|
Alegría
|
Simpatía
|
Pesar
|
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Sabor*
|
Agrio
|
Amargo
|
Dulce
|
Picante
|
Salado
|
Sonido
|
Grito
|
Risa
|
Canto
|
Llanto
|
Gemido
|
Tipo de clima peligroso
|
Viento
|
Calor
|
Humedad
|
Sequedad
|
Frío
|
Estación
|
Primavera
|
Verano
|
Mediados verano
|
Otoño
|
Invierno
|
Color
|
Verde
|
Rojo
|
Amarillo
|
Blanco
|
Negro
|
Dirección
|
Este
|
Sur
|
Centro
|
Oeste
|
Norte
|
Desarrollo
|
Nacimiento
|
Crecimiento
|
Transformación
|
Cosechar
|
Almacenar
|
Cereal beneficioso
|
Trigo
|
Mijo
|
Centeno
|
Arroz
|
Habas/judías
|
Carne beneficiosa
|
Pollo
|
Cordero
|
Buey
|
Caballo
|
Cerdo
|
Nota musical
|
chip
|
chih
|
kung
|
shang
|
yu |
*Agrio como el vinagre, amargo
como el limón amargo, dulce como el azúcar, picante como el jengibre, salado
como la sal común como el jengibre, salado como la sal común.
EJEMPLO II:
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Actividad
|
Madera
|
Fuego
|
Tierra
|
Metal
|
Agua
|
Dirección
|
este
|
sur
|
centro
|
oeste
|
norte
|
Color
|
azul/verde
|
rojo
|
amarillo
|
blanco
|
negro
|
Números
|
8y3
|
2y 7
|
10 y5
|
4y9
|
6y 1
|
Clima
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ventoso
|
caluroso
|
húmedo
|
seco
|
frío
|
Planeta
|
Júpiter
|
Marte
|
Saturno
|
Venus
|
Mercurio
|
Sonido
|
grito
|
risa
|
canto
|
llanto
|
gemido
|
Virtud
|
benevolencia
|
corrección
|
fe
|
rectitud
|
sabiduría
|
Emoción
|
cólera
|
alegría
|
compasión
|
pesar
|
miedo
|
Hora
|
3-7 am
|
9 am-1 pm
|
1-3, 7-9 am
|
3-7 pm
|
9 pm-1 am
|
|
|
|
1-3, 7-9 pm
|
|
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Animal
|
dragón
|
fénix
|
buey
|
tigre
|
serpiente, tortuga
|
Tallo celeste: (yin)
|
i
|
ting
|
chi
|
hsin
|
kuei
|
(yang)
|
chia
|
ping
|
wu
|
keng
|
jen
|
Ramas terrestres:
|
yin, mao
|
ssu, wu
|
ch'ou, wei,
|
shen, yu
|
tzu, hai
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ch'en, hsu
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Signos del Zodíaco
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Géminis, Cáncer
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Virgo, Libra
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Tauro, Leo, Escorpión, Acuario
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Sagitario, Capricornio
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Aries, Piscis
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Las Cinco Actividades Elementales tienen también otras relaciones primigenias. Existen Cinco Sabores Elementales, Cinco Estaciones, Cinco Sonidos, Cinco Climas, y así. Las tablas compaginadas ilustran de manera fácilmente comprensible las importantes asociaciones cósmicas y relaciones sistemáticas de las Cinco Actividades Elementales.
Los médicos chinos utilizan una combinación de Yin/Yang y las Cinco
Actividades Elementales para diagnosticar la causa de la enfermedad,
pronosticar su evolución y prescribir los remedios adecuados. Es una tesis
fundamental del taoísmo que los mismos principios básicos que rigen el universo
en su conjunto también actúan en todas y cada una de las partes que lo
componen, siguiendo las mismas leyes. Tal es, asimismo, la conclusión de la
moderna física cuántica, que considera todo el universo como un gigantesco
átomo macrocósmico, y el átomo como un miniuniverso. Los médicos chinos consideran
el cuerpo humano como un microcosmos del universo global, y no establecen ninguna
distinción entre «naturaleza» y «naturaleza humana», como en el dualismo
occidental, que aísla al hombre de sus raíces en la naturaleza. A continuación
siguen unos cuantos ejemplos sencillos de cómo se aplican las Cinco
Actividades Elementales en el diagnóstico y el tratamiento tradicionales
chinos:
A una persona de temperamento iracundo que sufra de visión borrosa
y acostumbre gritar a la gente se le diagnosticaría una inflamación hepática,
porque, según nuestra tabla, las afecciones hepáticas se reflejan en la vista y
se asocian con la emoción de la cólera y el sonido del grito. Cuando la
energía Madera del hígado inflamado arde descontroladamente, provoca una excesiva
excitación de la energía Fuego del corazón, según la relación generativa entre
Madera y Fuego. El médico dispone de un par de alternativas para restaurar el
equilibrio de las energías perturbadas: puede sedar el hígado, a fin de
eliminar sus efectos inflamatorios sobre el corazón, o puede tonificar los
riñones para reforzar su energía Agua, lo cual resulta doblemente eficaz,
puesto que la energía Agua alimenta la Madera del hígado afectado y al mismo
tiempo elimina el exceso de Fuego en el corazón debido a la hiperactividad de
la Madera en el hígado.
Un niño que suele sufrir miedos crónicos (emoción Agua) tiende a
orinarse en la cama (función Agua) y, por consiguiente, es probable que padezca
una deficiencia de energía en los riñones (órgano Agua). Ni con palabras de
consuelo ni con severas advertencias se conseguirá jamás que el niño corrija
esta situación. Lo que harían los chinos en estas circunstancias sería
tonificar los riñones del niño mediante una dieta adecuada, hierbas y
acupuntura, con lo que la energía de los riñones aumentaría hasta el punto de
eliminar la emoción de miedo que se asocia con la deficiencia renal, así como
el síntoma concomitante de la incontinencia.
Una persona de tez muy rojiza (color Fuego) que tienda a reír mucho
(sonido Fuego) y se muestre excesivamente jovial (emoción Fuego) probablemente
tiene un corazón (órgano Fuego) hiperactivo. También en este caso existen dos
alternativas para apaciguar el Fuego: se puede sedar la energía del corazón con
hierbas Yin de naturaleza refrescante o bien tonificar los riñones, como en el
primer ejemplo, a fin de reforzar la energía Agua para que pueda eliminar el
exceso de energía Fuego en el corazón a través de la relación vencedor/vencido
que une a Agua y Fuego en el ciclo supresor.
[Reíd, Chinese Herbal Medicine]
Las permutaciones y combinaciones de este sistema son complejas y
casi infinitas, y el médico chino debe aprender a relacionar todos los
factores, internos y externos, para emitir su diagnóstico. A continuación,
aplica el mismo sistema de fuerzas en un sentido inverso para conseguir la
curación. Esto exige una gran experiencia clínica, que los chinos denominan
lin chuang, o «experiencia junto a la cama». Como en todas las artes taoístas,
la clave del éxito en medicina está en los resultados prácticos, no en
deducciones abstractas.
El sistema médico chino toma en consideración numerosos factores
vitales que la medicina occidental habitualmente omite o malinterpreta. Por
ejemplo, cuando determinadas condiciones climáticas -como el viento, el calor o
la humedad- llegan a ser extremadas, el sistema de energías asociadas hace que
se vean afectados determinados órganos internos en particular. Por
consiguiente, los chinos varían siempre su dieta según el clima y la estación
del año, a fin de equilibrar las condiciones energéticas internas y externas.
En los climas y estaciones sumamente húmedos, los menús chinos utilizan en
abundancia el jengibre, el ajo, la pimienta y otros sabores picantes asociados
con la energía Fuego, porque equilibran y «secan» la excesiva humedad acumulada
en el cuerpo a causa del clima y la expulsan en forma de transpiración. En
invierno se utilizan alimentos y especias «calientes» para combatir el frío
exterior, mientras que en verano los alimentos «refrescantes» protegen a los
órganos internos del excesivo calor exterior. Hoy en día, la moderna
refrigeración y los transportes rápidos permiten disponer de todo tipo de
alimentos a lo largo de todo el año, lo cual sólo ha servido para que las
dietas occidentales se alejen aún más de las normas estacionales previstas por
la naturaleza.
Las modificaciones bruscas en el estado anímico y emocional pueden
provocar una reacción en cadena de desequilibrios energéticos en todo el
organismo, y estas reacciones son tan fuertes como las debidas al viento y al
calor, a la alimentación y a las drogas. Actualmente, incluso la medicina
occidental reconoce que una persona sometida a una aflicción extrema, como la
ocasionada por la pérdida del cónyuge, se vuelve sumamente vulnerable a toda
clase de enfermedades y debilidades, y si el pesar es prolongado, los daños
pueden llegar a hacerse irreversibles. El miedo, como hemos visto, es un
síntoma de una perturbación temporal de los riñones, pero el miedo crónico
puede provocar a la larga un daño permanente a los riñones. Los arranques de
ira frecuentes revelan problemas hepáticos, pero una persona que por naturaleza
se muestre constantemente airada acabará dañando su hígado sano, que entonces
generará aún más ira, en un círculo vicioso psicosomático. En la medicina
china, los factores fisiológicos y psicológicos son tan inseparables como el
Yin y el Yang. A los médicos chinos, la idea de tratar a los pacientes con
trastornos mentales y emocionales graves haciendo que se tiendan en el diván
de un psiquiatra y hablen de sus problemas se les antoja un método apropiado
para exorcismos espirituales en las ceremonias de un templo, pero completamente
inútil desde un punto de vista médico. Como veremos más adelante, recientes investigaciones
en terapia nutricional han confirmado las invisibles relaciones entre salud
física y mental, un hecho de la vida conocido y registrado por los taoístas
desde hace miles de años.
El dinamismo de los contrarios en la actualidad
El Yin y el Yang, posiblemente el concepto chino más antiguo de que
se tiene constancia, siguen aún hoy indisolublemente presentes en la vida
cotidiana del pueblo chino. Los arquitectos chinos consultan con geománticos
taoístas antes de construir sus modernos rascacielos, los médicos aplican este
sistema en sus diagnósticos y tratamientos, los cocineros equilibran los
ingredientes y utilizan los condimentos según sus afinidades naturales, etc.
Quizás una de las razones por las que los estudiantes chinos de hoy destacan
tan notablemente en la moderna teoría cuántica y la física nuclear sea que ya
poseen una comprensión innata del Yin y del Yang, que es precisamente la
dirección que está tomando la física actual.
Aunque la mayoría de los científicos occidentales sigue haciendo
caso omiso de la antigua teoría china del Yin y del Yang, aquellos que poseen
la suficiente imaginación para explorar este campo de forma objetiva y sin
prejuicios quedan invariablemente asombrados por la exactitud de sus
observaciones. Soulié de Morant, el cónsul francés en Shanghai que introdujo la
acupuntura en Europa, escribió en 1919:
Los chinos denominan Yang a la energía positiva y atribuyen su origen
al Sol y las estrellas; la energía negativa la denominan Yin, y atribuyen su
origen a la Tierra...
¿Cómo es posible que los antiguos chinos (pues estas ideas se hallan
en escritos que se remontan al siglo XXVIII a. de C.) pudieran percibir estas
fuerzas y distinguir bajo el nombre de «energía Yang» la electricidad
atmosférica positiva, y bajo el nombre de «energía Yin» la carga negativa de la
Tierra?
El secreto, por supuesto, es que, partiendo de la premisa fundamental
taoísta de que el cuerpo humano es un microcosmos del universo, los adeptos
taoístas obtuvieron una profunda comprensión de las fuerzas cósmicas
universales por medio de la observación y la percepción de sus efectos en sus
propios órganos y redes de energía. Mientras que la ciencia occidental ha
tenido que esperar a disponer de instrumentos lo bastante sensibles como para
observar, registrar y medir las ondas lumínicas, los impulsos eléctricos y las
partículas atómicas, los taoístas se limitaron a «sentarse quietos sin hacer
nada» durante el tiempo necesario para despertar sus propios reflejos internos
del universo.
Por suerte para la filosofía occidental, la ciencia ha conseguido finalmente
superar la barrera del dualismo y comienza a confirmar los conceptos taoístas
tradicionales sobre la materia y la energía. Por ejemplo, la conocida ecuación
de Einstein E = mc2 establece como hecho científicamente comprobado la antigua
premisa taoísta de que materia y energía (lo que ellos denominan «esencia y
energía») son intercambiables. Los campos magnéticos funcionan completamente
de acuerdo con la teoría Yin/Yang, y ninguna corriente eléctrica podría fluir
por los cables sin una polaridad Yin/Yang de cargas positivas y negativas. En
la física nuclear encontramos la acción del Yin y del Yang a nivel molecular,
ya que es la atracción y la repulsión de fuerzas opuestas lo que literalmente
«pega» a las partículas atómicas entre sí para constituir la materia. Pero
cuando descomponemos estas moléculas, de pronto descubrimos que cesan de
existir como materia y se convierten en haces vibratorios de pura energía
organizada según determinadas pautas y que, al ser observados de lejos,
producen la ilusión de solidez. Esta constatación elimina parte del misterio de
la antigua afirmación budista (y taoísta) de que «la Forma es Vacío y el Vacío
es Forma», pues podemos comprobar que, como dijo Einstein, todo depende del
punto de vista del observador. Cuando la Forma se lleva a sus últimos componentes,
no hallamos nada más que Vacío, y cuando la energía pura del Vacío se organiza
estrechamente en pautas rítmicas, comienza a aparecer y a funcionar como
Forma.
El Yin y el Yang están presentes por todas partes en la vida moderna,
pero por lo general no nos damos cuenta de ello. El avión que cruza continentes
y océanos se mueve gracias al principio de la propulsión a chorro: «Por cada
acción hay una reacción igual de sentido contrario». Así, el movimiento hacia
adelante no es más que un subproducto relativo del chorro impulsado hacia
atrás por los reactores. La moderna ciencia de la nutrición subraya la vital
importancia de una dieta «equilibrada» y de las reacciones bioquímicas de
ciertas combinaciones de alimentos en el estómago, como ácido/alcalino,
proteínas/ hidratos de carbono, sodio/fósforo, etc. Esto no es más que el Yin y
el Yang con un ropaje actualizado, los mismos principios que vienen utilizando
los chinos para escrutar los secretos del universo desde la época del Emperador
Amarillo, hace 5.000 años.
Los chinos demuestran una notable capacidad para adoptar y adaptarse
a las costumbres extranjeras y acomodarse con éxito a los tiempos modernos,
pero nunca a costa de renunciar a sus arraigadas creencias taoístas. Para
ellos, sus antiguas tradiciones complementan, no contradicen, la ciencia y la
tecnología. Esta actitud ya es de por sí una aplicación del Yin y del Yang,
donde la filosofía tradicional taoísta proporciona el elemento Yin intuitivo y
la moderna ciencia occidental proporciona el elemento Yang racional. Los dos
juntos, el Yin y el Yang forman «el cuadro completo», y cada uno de ambos
opuestos impide que el otro distorsione las cosas bajo su propia luz
particular.
Esta mezcla complementaria de cultura tradicional y ciencia moderna
ha sido el factor clave del increíblemente rápido y eficaz proceso de
modernización del este de Asia en los últimos cuarenta años. Si el mundo
occidental fuera capaz de absorber la filosofía oriental con tanto interés como
el mundo oriental ha absorbido la tecnología occidental, muchos de los
problemas que aquejan a la sociedad contemporánea en los países
industrializados de Occidente se resolverían radicalmente.
Aunque la terminología de la ciencia moderna y la del taoísmo tradicional
son distintas, sus conclusiones son absolutamente idénticas, y puesto que, como
dijo Lao Tse, «el nombre que puede ser nombrado no es el verdadero Nombre»,
dejemos de preocuparnos por las palabras y concentrémonos, en cambio, en las
fuerzas y relaciones a que se refieren.
LOS
TRES TESOROS
El Uno engendra dos cosas,
luego tres cosas...
[Tao te king]
Los Tres Tesoros de la vida son] ing (esencia), Qi (energía) y shen
(espíritu). Como el Yin y el Yang, los Tres Tesoros son entidades claramente
distintas pero completamente interdependientes. A diferencia de las energías
del Yin y del Yang, que impregnan tanto el mundo animado como el inanimado, la
esencia, la energía y el espíritu van asociados con la vida, en especial la
vida humana. Entre los tres abarcan los tres niveles fundamentales de la
existencia en todos los seres vivos: el físico, el energético y el mental. Los
Tres Tesoros se consideran como preciosos dones del Tao, el legado natural de
la vida que todos los seres vivos reciben al nacer, y son su fuerza y su
equilibrio mutuo los que determinan la salud y la longevidad humanas. En vista
de su papel central en el taoísmo, tanto filosófico como práctico, podemos
referirnos a los Tres Tesoros como la «Trinidad taoísta». junto con el Yin y el
Yang y las Cinco Actividades Elementales, constituyen el marco teórico del diagnóstico
y la terapia en la medicina china, así como de las artes marciales y la
meditación.
Jing:
la esencia de la vida
En el interior del cuerpo se producen tres tipos básicos de jing. El
primero es la esencia-sangre, que engloba los distintos elementos vitales
transportados por el torrente sanguíneo, tales como los glóbulos blancos y
rojos y las sustancias nutritivas de la alimentación absorbidas en el intestino
delgado. El segundo es la esencia hormonal, que se presenta en dos formas:
esencia vital y esencia-semen. La esencia vital incluye todas las hormonas
vitales segregadas por las diversas glándulas que componen el sistema endocrino
del cuerpo, y que sirven para regular el crecimiento, el metabolismo, la
sexualidad, la inmunidad, el envejecimiento y demás. La esencia-semen afecta,
en los hombres, al esperma y hormonas masculinas relacionadas, y en las
mujeres, a los óvulos y hormonas femeninas relacionadas. La tercera clase de
esencia engloba los fluidos pesados como la linfa y los lubricantes que rodean
las articulaciones y otros tejidos conjuntivos (líquido sinovial), así como las
lágrimas, la transpiración y la orina. Estos últimos intervienen
fundamentalmente en la excreción de los productos de desecho y la disipación
de la energía estancada. Estas tres clases de esencia junto con el Qi reciben
la denominación de los «Cuatro Humores Corporales Vitales».
La esencia y la energía están íntimamente relacionadas: «El Qi es el
general de la sangre; si el Qi se mueve, la sangre se mueve». Puesto que la
sangre sigue al aliento, es razonable deducir que una correcta respiración
controla y favorece la circulación, lo cual, por cierto, constituye uno de los
objetivos básicos de los ejercicios de respiración taoístas.
Según la medicina china tradicional, los factores inmunológicos naturales
y de resistencia a la enfermedad se hallan principalmente en la esencia vital
del organismo. Nos encontramos aquí con otro caso evidente donde la medicina
china se adelantó a la occidental en más de 2.000 años. En un artículo de
portada publicado por la revista Time el 31 de marzo de 1980, aparecía un detallado
informe sobre la increíble eficacia curativa del recién descubierto factor
inmunológico «interferona». Las interferonas no son un producto sintético,
como la mayoría de los remedios occidentales, lo cual confirma la premisa
básica de la medicina china de que la inmunidad y la resistencia son factores
naturales producidos en el interior del cuerpo en forma de «esencia» sumamente
refinada. Aún más notable resulta el hecho, establecido científicamente, de
que la interferona es producida en el cuerpo por sólo tres clases de células,
las cuales se corresponden exactamente con las tres formas de «esencia» que,
según los médicos chinos han dicho siempre, proporcionan los factores clave de
la inmunidad.
La primera fuente de interferona son los leucocitos, o glóbulos
blancos, que corresponden a la «esencia-sangre». La segunda clase de células
que se ha descubierto producen interferona son los fibroblastos, unas células
especiales asociadas con el tejido conjuntivo. Esto corresponde a los fluidos
asociados con las articulaciones y el tejido conjuntivo que según la teoría
china constituyen la segunda fuente de factores inmunológicos. La tercera
fuente de interferona es un tipo de células denominadas linfocitos-T, que
producen una variedad de interferonas que actúan directamente sobre las
moléculas de ADN en la transcripción de los mensajes genéticos y, por
consiguiente, se asocian con los fluidos sexuales. Los chinos citan la «esencia
hormonal», y especialmente las hormonas sexuales, como tercera fuente importante
de los factores inmunitarios. Si alguna vez ha existido un caso innegable en
que la moderna ciencia occidental haya confirmado los descubrimientos de los
antiguos adeptos taoístas, se trata de éste.
Qi:
la energía de la vida
Una premisa básica de la medicina tradicional china, directamente
derivada de la filosofía taoísta, es que todas las formas de vida del universo
están animadas por una fuerza vital esencial denominada Qi. Además de
«energía», Qi significa literalmente «aliento» y «aire», y es el equivalente
exacto del término grana en el yoga de la India. Al igual que el propio Tao, el
Qi es invisible, silencioso, sin forma..., pero lo impregna todo.
Dentro del sistema humano, el Qi adopta muchas formas distintas.
La forma más elemental se llama yuan Qi, literalmente «energía
primordial». Esta denominación hace referencia al estallido original de
energía pura que se produce en el momento de la concepción e infunde la vida en
el feto contenido en la matriz. Yuan Qi puede compararse a la energía
potencial almacenada en una batería. Esta energía comienza a disiparse en el
instante mismo del nacimiento, y la velocidad de disipación en cada individuo
determina la duración de su vida. Un motivo de que los niños sean- tanto más
activos y enérgicos que los adultos es que todavía no han contaminado ni
disipado su energía original en la misma medida que éstos. Eso explica también
que la mala alimentación y la mala respiración no produzcan en los niños unos
síntomas tan graves como en los adultos, ya que aquéllos aún están protegidos
por sus poderosas «baterías» primordiales. Pero al recurrir a estas baterías
para compensar la mala nutrición y otros hábitos negativos, aceleran la
velocidad de disipación de la energía y siembran las semillas de una debilidad
crónica en la edad adulta. Yuan Qi puede tonificarse y cultivarse por medio de
la dieta, hierbas, respiración correcta, vida sexual regulada y otras
disciplinas taoístas que tienden a «recargar» las baterías primordiales,
disminuyendo la velocidad de disipación y, por tanto, prolongando la vida.
Otra forma de Qi es, la denominada, yang Qi, que se refiere a la
energía vital en su aspecto volátil, cinético y activo. Es el tipo de energía
que se acumula en el cuerpo durante la excitación del acto sexual y se libera
como un estallido en el orgasmo. Esta energía se asocia con la calidez, la luz
y el movimiento. Yang Qi es como la energía extraída de una batería en forma
de corriente eléctrica. Se absorbe directamente de la atmósfera al respirar.
El cuerpo produce dos formas distintas de Qi a partir de las sustancias
nutritivas esenciales que el proceso digestivo extrae de los alimentos y el
agua. Una de ellas se denomina ying Qi o «energía nutritiva», que se extrae de
los elementos más puros de la digestión y energiza los órganos, glándulas,
nervios, huesos y todos los tejidos vitales. El otro tipo es wei Qi, «energía
protectora», que se produce a partir de los subproductos más groseros de la
digestión. Esta energía circula por la superficie del cuerpo, justo por debajo
de la piel, y protege al organismo de los efectos nocivos de las energías
ambientales extremadas, como calor, frío, sequedad, viento, etc. Al moverse,
puede percibirse de un modo semejante a un flujo de agua tibia extendiéndose por
la superficie del cuerpo.
Cuando el Qi de la tierra, extraído de los alimentos y el agua, se
encuentra con el Qi del cielo, absorbido del aire, ambos se mezclan en la
corriente sanguínea para formar esa única variedad de energía vital que
confiere vida al organismo humano. Por eso la dieta y la respiración son
disciplinas fundamentales y complementarias para el cultivo de la salud y la
longevidad: son nuestras fuentes primeras de energía vital.
Según el Clásico del Emperador Amarillo, «todas las innumerables
afecciones comienzan con la energía. En el momento en que existe un desequilibrio
de energía, puede presentarse cualquier afección».
A pesar de su papel central en la Trinidad taoísta de esencia, energía
y espíritu, el Qi representa el mayor obstáculo para los estudiantes
occidentales de medicina tradicional china. Aunque los científicos occidentales
se enfrentan sin reparos con el radar, la radio, los rayos gamma, la radiación
ultravioleta, la electricidad y otras formas invisibles de energía, suelen
encabritarse como caballos salvajes cuando se les sugiere que unas corrientes
cósmicas semejantes fluyen por el organismo humano y lo controlan.
A fin de exponer este punto crucial de forma que una mentalidad
occidental pueda captarlo con plena claridad, debemos dedicar aquí unas cuantas
páginas a explorar minuciosamente la cuestión del Qi desde un punto de vista
científico y occidental. Puesto que los términos Qi y grana carecen de un
equivalente exacto en las lenguas europeas, lo denominaremos «energía biónica»
o «bioeléctrica». Estas denominaciones combinan la idea de una energía viva y
exclusivamente asociada con los organismos vivientes (bio-) con la idea de
electricidad (-eléctrica) y de iones de carga negativa (-iónica), ideas que,
como veremos más adelante, abarcan la naturaleza esencial del Qi.
Qi con «Q» mayúscula designa la suma total de toda la energía del
cosmos, incluyendo la gravedad, el magnetismo, la electricidad, la energía
solar, las ondas de radio y demás. Cuando lo escribimos con «q» minúscula, nos
referimos específicamente a la energía biónica que alimenta los organismos
vivos. El Qi es para el organismo viviente lo que la electricidad para un
ordenador. Sin ella, el complejo mecanismo es incapaz de seguir funcionando.
En el caso de los organismos vivos, la polaridad Yin y Yang establece el
necesario campo de fuerzas dinámico para mover el Qi, de modo muy semejante a
como la polaridad positiva y negativa hace que circule la corriente. La
dinámica Yin/Yang mantiene al Qi en constante movimiento, tanto en el medio
ambiente exterior como dentro del organismo. Cuando el nivel de energía
biónica del cuerpo disminuye, todo el organismo pierde vitalidad y se hace
vulnerable a la enfermedad, la debilidad y la muerte prematura.
En el libro de De Hufeland El arte de prolongar la vida del hombre,
publicado en Francia en 1838, hallamos la siguiente descripción del Qi:
Un cuidadoso estudio de los fenómenos de la fuerza vital en el mundo
organizado nos conduce a reconocer en ella las siguientes propiedades y leyes:
la fuerza vital es el agente más sutil, más penetrante y más invisible que
hemos hallado hasta ahora en la naturaleza; en este sentido, supera incluso a
la luz, la electricidad y el magnetismo, con los que en otros aspectos parece
presentar la mayor analogía... Encontramos un asombroso paralelismo entre la
fuerza vital y el magnetismo. La fuerza de la vida puede existir en estado
libre o bien latente, y en este aspecto presenta una estrecha analogía con el
calor y la electricidad...
Al parecer, los franceses poseen una especial afinidad con la noción
de Qi. Consideremos, por ejemplo, la siguiente declaración del Dr. J. Belot:
Cuando consideramos la vida orgánica a la luz de la biofísica, encontramos
que los fenómenos eléctricos se hallan en la raíz de toda la vida celular y
llegamos a la conclusión de que al final de todo hay una carga eléctrica.
El Dr. René Allendy llegó a parecidas conclusiones:
En el pasado, la medicina y la biología veían la vida como una
simple reacción química, es decir, un intercambio completamente mecánico de
átomos y moléculas. Aunque esto sigue siendo cierto, hoy en día podemos
interpretarlo con mayor exactitud, pues ahora sabemos que estos intercambios
dependen de un potencial eléctrico, de forma que la esencia de este fenómeno se
desplaza del átomo al electrón.
Esto, por supuesto, es lo que los adeptos taoístas vienen diciendo
desde hace 3.000 años: que toda la vida depende en último término del Qi
(energía biónica) y que todas las funciones vitales dependen en último término
del Qi que circula en los órganos vitales, articulaciones, nervios, sangre y
demás tejidos orgánicos. La forma de retrasar el envejecimiento y evitar las
enfermedades consiste en «recargar» regularmente los tejidos del cuerpo con
nuevos suministros de puro Qi extraído de los alimentos frescos, el agua
fresca, el aire fresco y una vida sexual sana. Si bien los procesos bioquímicos
son importantes para la salud, éstos a su vez dependen completamente de un
adecuado nivel de energía bioeléctrica para realizar sus funciones.
El sistema energético humano está sometido a la influencia de diversos
tipos de energía ambiental, especialmente las condiciones meteorológicas, que
los chinos acertadamente denominan tian Qi, «energía celeste». El hombre y los
demás seres vivos se hallan entre el polo Yang positivo del Cielo y el polo Yin
negativo de la Tierra, y la «energía celeste» del clima pasa a través del
sistema energético humano del mismo modo que la electricidad circula por un
conductor. Los chinos han conocido la estrecha relación entre condiciones
atmosféricas y salud humana desde hace milenios, pero la ciencia occidental
apenas empieza a desvelar este misterio.
Y esto nos conduce a la cuestión fundamental de la contaminación atmosférica.
En marzo de 1968, el periódico francés Le Monde publicó que la presencia de
iones negativos en el aire que respiramos facilita la absorción del oxígeno y
la eliminación del dióxido de carbono en los alvéolos pulmonares, en tanto que
los iones positivos producen el efecto contrario. Los gases tóxicos, el polvo,
los humos químicos al ser liberados a la atmósfera toman la forma de iones
positivos, y estas grandes y esponjosas «trampas de iones» capturan a los
pequeños y ligeros iones negativos, dejando el aire virtualmente desprovisto de
vitalidad. El aire puro del campo contiene como media una proporción de dos o
tres iones negativos por cada ion positivo. En las ciudades, esta proporción se
invierte drásticamente, hasta situarse en un ion negativo por cada 300 0 600
iones positivos. Los iones negativos, o Qi, representan, pues, la diferencia
vital entre el aire puro y el contaminado. Un cuerpo sano puede depurarse por
sí mismo de las toxinas transportadas por el aire, pero no puede hacer
absolutamente nada para compensar una crítica ausencia de Qi en el aire que
respira.
Para cumplir su función, el Qi necesita un poderoso campo eléctrico
que lo impulse. En términos taoístas, necesita la tensión dinámica entre Yin y
Yang. La ciencia occidental está empezando a comprender la importancia de los
campos eléctricos de la atmósfera de cara a la salud y la vitalidad humanas,
aunque los místicos orientales la conocen desde hace miles de años. Recientes
investigaciones llevadas a cabo en los Estados Unidos han proporcionado
poderosos argumentos científicos que confirman la considerable influencia de
las corrientes y los campos eléctricos sobre la salud humana. Los resultados
de estas investigaciones han sido recogidos con todo detalle por André van
Lysebeth en su excelente libro titulado Pranayama.
La importancia de este principio y su aplicación a amplios campos se
hace evidente si consideramos los últimos descubrimientos del profesor
Wartburg, de Alemania, sobre las células cancerosas. Cuando las células sanas
son situadas en una posición en que les resulta imposible respirar normalmente
(respiración celular), pasan a un estado de «fermentación» y al poco tiempo se
convierten en auténticas células cancerosas.
La energía necesaria para la asimilación digestiva se obtiene por mediación
del aire atmosférico, a través de procesos eléctricos sumamente complejos.
Durante este proceso, el portador de esta energía parece ser el adenosín
trifosfato (ATP), que es particularmente rico en energía. En la naturaleza, el
campo electrostático ejerce una importante influencia sobre la cadena
«respiración-fosforización», durante la cual el oxígeno del aire se vuelve
«activo» en grado proporcional.
La ausencia de una corriente eléctrica es siempre desventajosa y produce
siempre efectos negativos en la vitalidad del ser humano, pudiendo llegar
incluso a ejercer una peligrosa influencia sobre su fertilidad. La longevidad
del hombre civilizado depende en muy gran medida de la continuada presencia de
un campo eléctrico lo bastante potente. Las funciones fisiológicas más
importantes -la actividad cardiaca, la respiración, la digestión, el
metabolismo, etc- se ven favorablemente influidas y estimuladas por dicho
campo eléctrico. Un gran número de las llamadas «enfermedades modernas» puede
atribuirse a la ausencia o a una reducción considerable del campo eléctrico
natural en las grandes ciudades. Los seres humanos que se ven obligados a vivir
en edificios o habitaciones con estructura metálica (por consiguiente, con las
propiedades físicas de una jaula de Faraday, de la cual se excluye todo campo
eléctrico) se cansan y llegan a agotarse con facilidad.
Más aún, la vida urbana moderna se ha alejado tanto de la naturaleza
que los organismos urbanos están incluso rodeados por un «campo negativo». La
revista Product Engineering, publicada en los Estados Unidos, definió estos
desvitalizadores campos negativos en su número del 13 de febrero de 1967:
Campos negativos: determinados espacios formados de plástico, como
las carrocerías de los automóviles, pueden incluso producir campos eléctricos
negativos (campos que repelen los iones negativos y atraen los positivos). Los
muebles de plástico, al igual que las tapicerías y los revestimientos murales
de plástico, aceleran la fatiga mental en los ocupantes de la habitación o del
vehículo. Los objetos y revestimientos de polietileno, por ejemplo, producen
campos eléctricos negativos de entre 5.000 y 10.000 voltios/metro. En un
recinto completamente rodeado de polietileno, el campo negativo puede alcanzar
los 100.000 voltios/metro.
Un artículo aparecido en la edición de enero de 1964 de Aerospace
Medicine llega a idéntica conclusión:
La ropa es importante por la misma razón. Ciertas telas sintéticas
producen las suficientes cargas electrostáticas negativas como para repeler los
iones negativos de la persona que vista esas prendas.
Así pues, aunque uno se encuentre en la cumbre de una montaña,
respirando el mejor aire de la tierra, no se beneficiará plenamente del Qi si
lleva una camisa de orlón, nailon o poliéster y calza zapatos de goma.
Si la energía Qi se
desplaza en virtud de los campos eléctricos, ¿cómo, entonces, se mueve por el
interior del cuerpo? Se mueve de igual manera que se mueve la electricidad por
el interior de un ordenador: siguiendo «circuitos» bien definidos. En la
medicina china, estos circuitos se denominan «meridianos» y forman una red de
canales invisibles que transportan Qi a todos los tejidos del cuerpo. Existen
doce meridianos principales, cada uno de ellos asociado con un órgano vital o
una función vital importante, más numerosos meridianos menores y los
denominados «exóticos». La terapia por acupuntura manipula la energía vital por
medio de la red de meridianos del cuerpo, consiguiendo dos efectos
terapéuticos básicos: bu (tonificación) y san (dispersión). La tonificación se
produce al inducir a la energía para que fluya y se concentre en una región u
órgano donde hay deficiencia de energía, mientras que la dispersión hace que la
energía abandone las zonas donde se halla bloqueada y estancada. La
estimulación se logra insertando finas agujas en los puntos vitales adecuados
situados sobre los meridianos de energía, quemando moxas (a base de Artemisa)
sobre dichos puntos o aplicando una fuerte presión digital en los mismos.
La mayoría de los médicos occidentales, empero, sigue identificando
los meridianos con los nervios o los vasos sanguíneos, aunque los doctores
chinos desmienten rotundamente esta interpretación. La técnica habla por sí
sola: cuando se inserta correctamente la aguja en el punto apropiado, no brota
ni una gota de sangre y el paciente no siente dolor alguno. Si se clava una
aguja en un vaso sanguíneo o un nervio, de inmediato brota la sangre o se
percibe un agudo dolor, de modo que la opinión occidental convencional sobre la
acupuntura no se sostiene en pie. El Dr. E. Biancini, entusiasta de la
acupuntura china, explica la naturaleza eléctrica de esta terapia de la
siguiente manera:
Hace algunos años, junto con el difunto Dr. Dimier, célebre electrólogo,
realizamos ciertas investigaciones sobre la electricidad humana. Un
galvanómetro sumamente sensible nos permitió detectar esta electricidad y
descubrir que los puntos de acupuntura chinos mostraban un poder de transmisión
excepcionalmente marcado. Conectando con un alambre de cobre los dos puntos
San-li de la pierna de la misma persona y amplificando la onda pudimos incluso
advertir la presencia de una corriente continua entre los dos lados del cuerpo.
Hicimos numerosas observaciones que demostraban que, en personas de buena
salud, la carga eléctrica se situaba en un promedio de ocho microamperios; en
personas cansadas, la medición era de apenas uno o dos microamperios, mientras
que en personas excitadas o hipertensas llegaba a ser de quince.
Cabe suponer que lo que denominamos «fuerza vital» [Qi] es sobre
todo este potencial eléctrico, y que cuando nos sentimos exhaustos y decimos
«tengo bajas las pilas», esta expresión puede interpretarse casi literalmente.
Sin tratar de reducirlas exclusivamente a electricidad, la vitalidad y la
salud demuestran su presencia con una abundante carga eléctrica, con
intercambios de iones y con la tensión del potencial eléctrico y la armonía de
todas las funciones. Es decir, la buena salud depende más de la distribución y
la difusión armoniosa de estas «corrientes» de lo que habitualmente suele
creerse. La cifra de quince microamperios hallada en las personas
sobreexcitadas demuestra que en realidad viven en un estado de «cortocircuito»
permanente, «haciendo reventar sus baterías».
Vemos aquí que la «fuerza vital» o Qi no es una sustancia estática
como la sangre o los neurotransmisores, sino una fuerza activa en forma de
iones negativos que se mueve según el potencial polarizado de los campos
eléctricos, esto es, en virtud de la dinámica Yin/Yang.
La identificación de la fuerza vital del Qi con la energía eléctrica
revela prometedoras posibilidades en el diagnóstico y la terapéutica. El
Departamento de Acupuntura del Hospital General de Veteranos de Taipei, Taiwán,
ha puesto a punto una técnica para detectar enfermedades en diversos órganos y
tejidos mucho antes de que lleguen a una fase aguda, basándose en la medición
de las alteraciones de las corrientes eléctricas a nivel celular. Combinando
las teorías tradicionales chinas del Qi y de la acupuntura con la moderna
tecnología electrónica, este hospital ha logrado un 80 por ciento de éxitos en
el diagnóstico precoz de una amplia variedad de enfermedades antes de que surja
ningún síntoma fisiológico detectable por las pruebas occidentales convencionales,
como análisis de sangre, estetoscopios, rayos X, etc. El enorme valor
terapéutico de unos diagnósticos tan precoces resulta evidente. De forma muy
apropiada, el personal del hospital decidió denominar «Qi» a la unidad básica
de medida de la energía bioeléctrica humana.
Wilhelm Reich, el controvertido científico médico que llamó «energía
orgánica» a la bioenergía, hizo considerables progresos en sus estudios de la
energía bioeléctrica y de la salud antes de que la clase médica norteamericana
le impusiera silencio a mediados de los años 50. Refiriéndose a la energía
bioeléctrica y la salud mental, escribió:
Ahora contemplamos las neurosis de una forma completamente distinta
a los psicoanalistas. Las neurosis no son únicamente el resultado de
conflictos psíquicos no resueltos o de fijaciones de la infancia. Es más
correcto decir que estas fijaciones y conflictos provocan perturbaciones
fundamentales del sistema bioeléctrico y de esta manera quedan ancladas somáticamente.
Por eso creemos que es imposible separar el proceso psíquico del somático.
Esta afirmación concuerda bien con el antiguo punto de vista
taoísta. El Clásico del Emperador Amarillo describe la relación entre emociones
y energía de la siguiente manera:
La cólera hace ascender el Qi, la alegría hace que el Qi se vuelva
lento, el pesar hace que el Qi se disipe, el miedo hace descender el Qi, la
sorpresa hace que el Qi se disperse, el agotamiento hace que el Qi se consuma,
el pensar hace que el Qi se concentre.
La siguiente pregunta lógica es: si el Qi es como la electricidad y
el cuerpo actúa como conductor, ¿cómo almacena el cuerpo el Qi que obtiene de
la atmósfera? En este punto resulta muy adecuada la analogía con una batería,
ya que, al igual que una batería, el cuerpo almacena la energía en los
electrolitos de los fluidos vitales. Los electrolitos son conductores de
electricidad no metálicos, como determinados líquidos, en los cuales la
corriente se propaga por iones en vez de electrones. Como el líquido de las
baterías, los electrolitos del cuerpo acumulan y conservan las cargas.
eléctricas en forma de potencial eléctrico, y las liberan en forma de
corrientes eléctricas activas cuando es necesario. Una vez más comprobamos la
validez científica de la antigua aseveración taoísta de que esencia, energía y
espíritu están íntimamente relacionados y son trasmutables. La esencia
(fluidos) almacena la energía potencial (potencial eléctrico) y la libera de
nuevo en forma de corrientes eléctricas activas cuando el espíritu (la mente)
así lo solicita.
En resumen, el Qi es una forma de energía bioeléctrica únicamente
asociada con los seres vivos, mientras que el Yin y el Yang son los dos polos
opuestos que lo ponen en movimiento. El cuerpo almacena Qi en los electrolitos
contenidos en los líquidos vitales (esencia) y lo transporta por una compleja
red de canales invisibles denominados meridianos. Cuando el Qi es «pleno»,
todo el organismo florece. Cuando el Qi está «vacío», las funciones vitales se
entorpecen hasta interrumpirse y el organismo comienza a marchitarse.
Shen: el espíritu de la vida
Shen engloba todas nuestras facultades mentales, entre las que se
incluyen el pensamiento racional, la intuición, el espíritu, la atención, la
voluntad y el ego. El pensamiento tradicional chino distingue cuatro aspectos
principales en el espíritu: hun, el alma humana, asociada con Vang y el Cielo;
bo, el alma animal, asociada con Yin y la Tierra; yi, pensamiento y conciencia;
jir, intento y fuerza de voluntad.
A diferencia del dualismo occidental, que santifica el espíritu como
una entidad independiente situada por encima y más allá del cuerpo, el taoísmo
considera el espíritu como el florecimiento de la Trinidad taoísta, donde la
esencia (cuerpo) sirve como raíz y la energía (Qi) como tallo o tronco. Sólo
unas raíces bien alimentadas y plantadas en un suelo fértil pueden generar un
tallo resistente y hermosas flores. Las raíces débiles y desnutridas y las
ramas secas y quebradizas sólo producen flores débiles y ajadas.
En las escuelas más esotéricas del taoísmo, los adeptos transmutan
la esencia y la energía en espíritu puro mediante prolongados ejercicios de
respiración y meditación. Los seguidores de este camino cultivan los Tres
Tesoros por métodos exclusivamente internos, refinando su propia esencia
interior y formando con el tiempo una «perla misteriosa» que va creciendo con
la práctica y confiere salud y longevidad al adepto. Esta perla constituye el
«embrión» de un cuerpo-espíritu. El cuerpo-espíritu se corresponde
aproximadamente con el cuerpo físico en cuanto a forma y tamaño pero carece de
sustancia material, aunque emite un aura de energía que es perceptible por los
adeptos avanzados y puede ser medida por la tecnología moderna. Estos adeptos
ayunan con frecuencia, controlan estrictamente su alimentación, mantienen el
celibato, viven en completa soledad y se pasan días y noches enteros sumidos
en un profundo trance, obtenido mediante la técnica de «sentarse quietos sin
hacer nada». Todo ello fortalece su cuerpo-espíritu, del mismo modo que un
levantador de pesos fortalece su cuerpo mediante el ejercicio físico. En el
instante de la muerte, el adepto entra en su cuerpo-espíritu, evitando así la
disolución de la conciencia y alcanzando la inmortalidad espiritual. Este
camino sólo es apto para monjes y anacoretas, pues exige decenios de
disciplinada devoción, un gran coraje, dedicación y un maestro cualificado, que
en la actualidad resulta sumamente difícil encontrar.
La persona corriente, empero, puede recurrir a otro camino distinto
para cultivar su espíritu, alimentando la esencia y la energía. Denominado
«práctica paralela» o «cultivo dual», porque requiere dos personas -un hombre y
una mujer-, éste es el camino de la salud y la larga vida a través del yoga
sexual taoísta. Este método conlleva la estimulación mutua y el intercambio de
esencia y energía sexuales entre hombre y mujer durante el coito correctamente
disciplinado. Este camino no conduce al objetivo supremo de forjar un
cuerpo-espíritu inmortal donde se pueda albergar el alma en el momento de la
muerte, pero se trata de un método sumamente eficaz para cultivar un espíritu
fuerte y una larga vida en este mundo. El «cultivo dual» puede aprenderse y
practicarse sin necesidad de ningún maestro, simplemente siguiendo las
indicaciones que se dan en la Segunda Parte de este libro.
El puente de energía
La ciencia médica occidental divide el cuerpo (esencia) y la mente
(espíritu) en dos campos separados, y hace caso omiso o se muestra completamente
confusa por el papel de la energía. Esta dualista división entre cuerpo y
mente, presente en todo el pensamiento occidental, es absolutamente irracional
y anticientífica, y se basa más en los dogmas religiosos que en los datos de la
ciencia. No hace falta ser un científico ni un médico para comprender que la
fuerza y la integridad del espíritu dependen directamente de una alimentación
suficiente y una abundancia de energía, a la vez que un «espíritu abatido»
ejerce un efecto depresor sobre la energía y los órganos vitales. La energía
actúa como un mensajero entre mente y cuerpo, y constituye un puente de dos
direcciones entre la esencia y el espíritu. Un texto médico taoísta de unos
2.000 años de antigüedad, la Clasificación de las terapias, declara: «El espíritu
es sostenido por la energía, la energía se deriva de la transformación de la
esencia. La esencia se transforma en energía y la energía se transforma en
espíritu».
En tanto que el espíritu es un tesoro que sirve de luz de guía para
el cuerpo, y la esencia equivale a sus bloques de construcción básicos, la
energía es el elemento funcional clave que las conecta a ambas en la gran
«ecuación triple». En el curso ordinario de la vida, se produce un proceso
gradual pero constante de agotamiento de la fuerza vital denominada Qi
«primordial», y cuando esta energía llega a un nivel crítico de deficiencia, se
presenta rápidamente la muerte. El objetivo de los regímenes de salud taoístas
es el de conservar nuestras «baterías biónicas» a plena carga en todo momento,
de manera que tanto el cuerpo como la mente puedan extraer de ellas la energía
necesaria y la salud y la vitalidad permanezcan siempre en un nivel óptimo.
Los practicantes del Camino procuran almacenar más energía de la que
consumen, por medio del cultivo de tales disciplinas como la dieta, la
respiración, ejercicios físicos y yoga sexual. En el antiguo texto alquímico
taoísta titulado La unión de la Triple Ecuación, este proceso de inversión
recibe el nombre de «retorno al origen», lo que significa restaurar la
esencia, la energía y el espíritu a su estado primordial de pureza y
suficiencia. Así, la misteriosa «unión de la Triple Ecuación» hace referencia
a la armonía interna de esencia, energía y espíritu, así como a la unión de las
energías eléctricas positivas y negativas del Cielo y la Tierra (Yin y Yang)
con la energía bioeléctrica del hombre.
Hasta aquí la teoría. El resto de este libro está consagrado a la
práctica. Los diversos programas, regímenes y ejercicios presentados en los siguientes
capítulos han sido utilizados con éxito por los adeptos taoístas durante miles
de años, para mantener la salud y la vitalidad, prevenir la enfermedad y la
debilidad y prolongar la vida. En el último capítulo se presenta un breve
atisbo de los objetivos espirituales superiores del taoísmo, pero aparte de eso
nos concentraremos principalmente en las disciplinas prácticas y terrenales que
tienden a lograr salud y longevidad en esta vida, aquí y ahora. Lo que cada
uno haga con esos años adicionales de vida es una cuestión puramente personal,
y no es el propósito de esta obra ofrecer sugerencias al respecto. El Tao
ofrece una práctica y poderosa manera de vivir, no un dogma religioso centrado
en la mortalidad y la vida en el «más allá».
A fin de hacer estos métodos y cuestiones menos ajenas y más inteligibles
para el lector occidental, los materiales de origen chino tradicional se
complementan con abundante información de la ciencia occidental. Esta
información se presenta principalmente para ayudar convencer al lector de la
profundidad y de la validez universal del Tao, no para distraerlo con más
teorías ni para suscitar polémicas entre los dualistas occidentales y los
taoístas chinos. Los adeptos orientales rara vez solicitan de sus maestros una
explicación racional de estas prácticas, pues se dedican a ellas con fe,
comprendiendo intuitivamente la validez de las enseñanzas a partir de sus
resultados concretos. Los occidentales, en cambio, se resisten a zambullirse
en aguas desconocidas antes de haber «analizado el agua» científicamente para
comprobar si es «segura». Por consiguiente, los lectores occidentales
escépticos pueden utilizar los datos científicos aquí incluidos como una
especie de «papel tornasol» mental para poner a prueba los materiales chinos
originales, después de lo cual sería conveniente dejar la teoría en un segundo
plano y saltar directamente a la práctica, que constituye el plato fuerte de
este libro. Para alcanzar el objetivo, no basta con limitarse a reflexionar
sobre él. Tal y como lo expuso un sabio, «una onza de práctica vale por una
tonelada de teoría».
APÉNDICE
Repertorio de personajes taoístas
Huang Di (Emperador Amarillo): Padre fundador de la civilización
china y primer sabio taoísta; gobernó una confederación de tribus chinas hacia
el año 2700 a. de C.; practicó el Tao del Yin y el Yang y la medicina
naturista, y se dice que alcanzó la inmortalidad espiritual a los 111 años de
edad.
Peng Tse: Legendario adepto taoísta conocido como «el Matusalén
chino»; se dice que vivió más de 800 años; contemporáneo del Emperador
Amarillo, es citado con frecuencia en los textos taoístas sobre longevidad.
Chi Po: Primer consejero del Emperador Amarillo en cuestiones médicas;
sus diálogos se recogen en el Clásico del Emperador Amarillo de medicina
interna.
Su Nü (la Muchacha Sencilla): Principal consejera del Emperador
Amarillo en cuestiones sexuales; sus diálogos se recogen en el Clásico de la
Muchacha Sencilla.
Hsuan Nü (la Muchacha Misteriosa): Segunda consejera del Emperador
Amarillo en cuestiones sexuales.
Tsai Nü (la Muchacha Arcoiris): Tercera consejera del Emperador
Amarillo en cuestiones sexuales.
Yang Chu: Fundador de la escuela hedonista del taoísmo, vivió
durante los siglos IV y v a. de C. y defendió la gratificación total de los
sentidos como vía hacia el Tao.
Lao Tse: El «Viejo Sabio», también conocido como Li Tan, Li Er y Lao
Tan, fue encargado de los Archivos Imperiales durante los siglos V-IV A de C.;
considerado como el santo patrón del taoísmo, escribió el subyugante Tao te
king en 5.000 caracteres antes de dirigirse a las montañas a lomos de búfalo,
para no ser visto nunca más.
Chuang Tse: Heredero espiritual de Lao Tse y el mayor escritor del
taoísmo; vivió en los siglos IV-III a. de C. y se hizo célebre por su conducta
anticonvencional y su irónico sentido del humor.
Li Shao-chün: Alquimista personal del emperador Wu Di de la dinastía
Han; en el año 133 a. de C. fabricó para el emperador un recipiente dorado para
comer, hecho de cinabrio, plomo y otros ingredientes, la primera manipulación
alquímica de que se tiene noticia.
Liu An: Sobrino del emperador Ching Di de la dinastía Han y autor de
varios textos de importancia sobre la filosofía y la alquimia taoístas murió en
el año 122 a. de C.
Wu Hsien: Taoísta de la dinastía Han que escribió profusamente sobre
el Tao del Yin y del Yang como vía hacia la salud y la larga vida.
Liu Hsiang: Alquimista del emperador Hsuan Di de la dinastía Han, se
pasó los años entre el 60 y el 56 a. de C. tratando en vano de preparar para
el emperador un Elixir de Inmortalidad externo. Más tarde escribió y comentó
numerosos textos alquímicos taoístas.
Liu Ching: Taoísta de la dinastía Han que durante 130 años consumió
un Elixir de Inmortalidad externo cuyo principal ingrediente era la mica; según
los archivos dinásticos, seguía con vida y practicando el Tao en la corte del
rey Wu, en el reino de Wei, mucho después de la caída de la dinastía Han, lo
cual le atribuiría más de 300 años de vida.
Wei Po-yang: En el año 140 de nuestra era compiló el San Tung Chi
(Unión de la Triple Ecuación), que hoy es el texto alquímico más antiguo que
se conoce, tanto de Oriente como de Occidente. Envuelto en una terminología
críptica, este texto está atiborrado de información esotérica sobre alquimia,
dieta, higiene y yoga sexual.
Chang Tao-ling: Fundó una secta taoísta para la salud a mediados del
siglo u y posteriormente se proclamó «Maestro Celestial» del taoísmo; aseguró
tener el poder de reencarnarse en su propia descendencia; sus descendientes se
convirtieron oficialmente en «Papas» hereditarios de la popular iglesia taoísta
china hasta que fueron expulsados por los comunistas en 1950; murió hacia el
año 175, a los 123 años de edad.
Hua to: Uno de los mayores médicos de China y destacado adepto del
Tao, Hua To preparó el primer anestésico de China y fue un pionero de la
cirugía; desarrolló los ejercicios rítmicos dao yin basados en los movimientos
de los animales; fue ejecutado en el año 220, poco antes de cumplir los 100.
Wang Pi: Uno de los Siete Sabios del Bosquecillo de Bambú; escribió
el comentario más importante sobre el Tao te king y se le considera el fundador
de la escuela de la «Conversación Pura» del taoísmo filosófico, a mediados del
siglo III d. de C.
Chi Kang: Otro excéntrico Sabio del Bosquecillo de Bambú; fue un notable
estudioso y poeta, y escribió ensayos sobre el laúd y sobre el Tao de Cultivar
la Vida.
Liu Ling: Un célebre «Dragón Borracho» y el más famoso bebedor de
los Siete Sabios; escribió versos en loor al vino y al Tao, y a menudo recibía
a sus visitantes completamente desnudo; vivió hacia los años 221-300 de nuestra
era.
Ko Hsuan: Alquimista y miembro de los Siete Sabios, practicaba la
retención del aliento permaneciendo horas enteras sumergido en el estanque del
patio posterior de su casa.
Ko Hung; Autor del Pao Pu Tse (El que abraza el bloque sin tallar),
fue uno de los mayores alquimistas del taoísmo y un prolífico escritor; Ko Hung
fue un entusiasta practicante de los regímenes taoístas de salud, sexualidad y
longevidad, en el siglo IV de nuestra era; comenzó su vida como erudito
confuciano, pero en la edad madura se volvió hacia el Tao.
Tao Hung-ching: Médico e higienista taoísta que codificó el panteón
de deidades taoístas hacia el año 500 de nuestra era.
Sun Ssu-mo: Uno de los mayores médicos de China y de los más consumados
maestros del Tao; es el autor de Recetas preciosas; Sun vivió entre los años
590 y 692, y sirvió a cuatro emperadores; abogaba por una terapia nutricional,
ejercicios rítmicos y yoga sexual.
Li Tung-hsuan: Director de la Escuela de Medicina a mediados del
siglo XVII en la capital Tang de Chang-an; autor del Tung Hsuan-tse (El
misterioso maestro de la caverna), clásico texto taoísta sobre yoga sexual,
higiene y medicina naturista.
Li Po: El poeta más querido de China, amigo personal de los emperadores
de la dinastía Tang a principios del siglo VIII y devoto adepto del Tao; fue
célebre como «Dragón Borracho» y recibió el apodo de «el Inmortal del Vino»;
practicante de artes marciales, amante de las mujeres y recluso ocasional, se
dice que murió una noche al caer ebrio por la borda, en un intento de abrazar
la imagen de la luna reflejada en el agua.
Su Tung-po: Destacado poeta y pintor de la dinastía Sung, Su vivió
entre los años 1036 y 1101, y comenzó a practicar la respiración profunda
taoísta y otras disciplinas a mediados de su vida; también hizo algunos ensayos
de alquimia externa.
Chang Chun: El mayor adepto del Tao que vivía cuando Genghis Khan
conquistó la China; en el año 1219, el Gran Khan lo convocó a sus cuarteles de
campaña en Afganistán, y quedó tan complacido con su discurso que lo nombró
jefe de toda la vida religiosa china.
Chao Pi-chen: Taoísta del siglo XIX, adepto de la inmortalidad
espiritual y autor de Yoga Taoísta, una de las más auténticas y detalladas
guías para la alquimia interna de la inmortalidad espiritual que jamás se hayan
escrito.
Li Ching-yuen: Maestro herbolario y adepto taoísta de Sechuán, nació
en 1677 y murió en 1933, a la edad de 256 años; abogaba por el uso del ginseng,
el ajo y el «ombligo de venus» (Hydrocotyle Asiatica minor) para cultivar la
salud y la larga vida; fue mentor del general Yang Sen.
Yang Sen: General del ejército chino, conoció a Li Ching-yuen y estudió
con él en Sechuán durante los años 20 y 30, antes de sumarse al éxodo
nacionalista hacia Taiwán en 1949; practicó el yoga sexual,
utilizó el «vino de primavera» y siguió otros regímenes taoístas
tradicionales hasta su muerte en Taipei a los 98 años de edad, a causa de un
cáncer.
Jolan Chang: Taoísta contemporáneo residente en Suecia; autor de El
tao del sexo y del amor y El tao de la pareja amorosa; seguidor de los métodos
de Sun Ssu-mo; actualmente está cerca de los 80 años de edad y se mantiene en
pleno vigor.
Huang Hsi-yi: Médico tradicional taoísta y adepto de la escuela
práctica de la energía interna, residente en Taiwán. Consumado practicante de
los métodos curativos por el sistema energético del Qi, es el mentor y el
médico personal del autor.
Culminación
Las tres primeras líneas es el hexagrama agua y las tres inferiores fuego, luego la suma es culminación.
Este es el hexagrama N°63 -Chi Chi- "La Conclusión"
Tiempo de conclusión, la tarea principal ya está realizada, solo se le
pueden agregar pormenores. Momento de transición, del orden a la confusión
natural de un nuevo ciclo. Se ha alcanzado el equilibrio y todo está en su
sitio. No obstante cuando dicho orden llega a su punto máximo ya comienzan a
manifestarse los signos de decadencia.
Emulamos los ciclos de
la naturaleza: cuando el sol de medio día alcanza su pináculo, de inmediato
acaece el descenso, la luna llena comienza a menguar, al desarrollo le sigue el
deterioro, a la creación la destrucción. Se da aquí una regla relacionada con
la naturaleza humana, si la comprendemos y aceptamos podremos atenuar sus
consecuencias.
El signo nos enfrenta
con nuestra impermanencia y vulnerabilidad. También nos invita a cerrar
situaciones, una Gestalt (forma) abierta genera pérdida
de energía. ¡Atención postergadores!
La Imagen:
El agua está encima del fuego, su mutua
relación y equilibrio genera energía. Si el calor es excesivo el agua se
vaporiza o desborda y se pierde la función energética.
Cautela para caminar
por la frágil frontera del equilibrio.
Las líneas nos indican como concluir situaciones o etapas de nuestra vida
adecuadamente, preparando el terreno para la siguiente fase:
Ø La corriente de lo socio-cultural es fuerte
y suele empujar. Sé prudente, has alcanzado el máximo de lo que podías, respeta
tu medida y principios.
Ø Tienes un proyecto valioso, pero no
cuentas aún con el apoyo de tus superiores. No quieras imponerte a cualquier
precio. Ya llegará tu momento de reconocimiento. Espera con fe.
Ø Has logrado con éxito una circunstancia o
etapa de tu vida. Te falta consolidar la situación, hacerlo con rectitud y
solvencia, no utilices gente vulgar para ello.
Ø Las cosas cambiaron, todo está
floreciente, pero no olvidar que hubo corrupción, estar alerta para captar
cualquier irregularidad que surgiera (debilidades y miserias humanas, alegoría
de un barco con un agujero)
Ø Aquí los valores están centrados en el
espíritu de religiosidad y la intención profunda. Se ponen en relieve los
sentimientos auténticos, el contenido y no las formas visibles.
Ø “Hunde la cabeza en el agua, peligro”.
Quedarse atrapado en el pasado, regodeándose de los éxitos y dificultades
superadas conduce al deterioro. Es necesario saltar nuevamente el cerco hacia
una nueva transformación.
La consumación de una meta puede conducir al relajamiento de la tensión
y consecuente deterioro. Ejemplo de ello:
o El estudiante logró su
título.
o El escalador alcanzó la cima.
o La pareja celebró su boda.
Cada uno de ellos puede quedar atrapado
contemplando sus éxitos y trofeos, en un círculo de auto complacencia que los
conducirá al estancamiento. Cuando algo se concluye todas las piezas parecen
ponerse en su lugar. El pasado ya está, el futuro es una incógnita.
Saltar el cerco una y otra vez, volver a caminar por el desierto (caos)
hasta construir un oasis distinto. He aquí la espiral de evolución del
alma.
Aceptar el pasaje hacia el Hexagrama 64 nos permitirá reabrirnos a una
nueva etapa, marcando el carácter circular del tiempo. Estos
dos signos cierran simbólicamente el Libro de los Cambios.
INDICE
PREFACIO
INTRODUCCIÓN: El
Tao
Historia del taoísmo en China.......................
«El Camino y su poder»..............................
La bifurcación del Camino.............................
El Tao, en la actualidad...............................
El Yin y el Yang........................................
La correlación del Yin y del Yang...................
Las cinco actividades elementales....................
El dinamismo de los contrarios en la actualidad..
Los Tres Tesoros........................................
Jing: la esencia de la vida............................
Qi: la energía de la vida...............................
Shen: el espíritu de la vida...........................
El puente de energía...................................
APÉNDICE: Repertorio
de personajes taoístas....